El sector tecnológico de Mendoza está abriendo mercados en el mundo con un producto de gran valor agregado: el conocimiento. Aún con la fuerte competencia que representan Córdoba y Capital Federal, la industria local está vendiendo al exterior por U$S20 millones en soluciones informáticas. Y va por mucho mas. Nadie puede dejar de ver las ventajas que tiene exportar una idea, y no un commoditie. Sin exenciones impositivas ni financiamiento de la banca privada, las empresas de Mendoza que exportan software facturaron en el último año unos U$S20 millones.
Se estima que las utilidades de estas compañías, que basan toda su riqueza en el capital humano, se duplicará y hasta triplicará este año. Auspicioso, pero no suficiente para el sector, que a nivel nacional exporta actualmente U$S400 millones, y pretende llegar a los U$S3.000 millones en el 2016.
La industria TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación) tiene, además, una capacidad de empleo que crece alrededor de un 20% cada año (en el mundo el déficit de personal se calcula en 100.000 personas/año, sólo atendiendo la demanda registrada).
Nacidas tras la debacle del 2001, exportadoras de software como Belatrix (la primera de la provincia), emplean a más de 120 personas.
En el sector existen sobre todo pymes, (empresas de tres a diez personas). Entre ellas es común que se den experiencias asociativas mediante "clusters", propiciados desde el Gobierno a través de ProMendoza, pero también desde los mismos privados, que se ven desbordados por la demanda. Es el caso del Proyecto Suris, que agrupa bajo un mismo paraguas a varias empresas.
Para la mayoría de ellas la clave es exportar. De las 280 empresas del sector TIC registradas por el Instituto de Desarrollo Industrial, Tecnológico y de Servicios (IDITS) en Mendoza, en los dos últimos años las que crecieron fueron las de servicios informáticos, tarea de procesamiento de datos, instalación de software, diseño de sistemas, comercio electrónico y consultoría, indicó la gerente de este organismos, Gabriela Fretes.
Veamos algunos casos exitosos:
Suris
"Pasamos de exportar U$S100 mil en software el año pasado, a U$S400 mil para el 2008. Hoy tenemos clientes en Alemania, España, Canadá, México, Chile, Colombia. Nos hemos especializado dentro de una de las fases, que es factoría de software, el analista conocedor del negocio hace los planos y nos los envía para construir esa solución", explica José González Calderón, gerente de la empresa.
A lo que Eduardo Rosé, presidente de la firma, añade: "Otros deciden que quieren concentrarse en el core (desarrollo de bases de datos) de su negocio, y para nuevos desarrollos o migraciones a nuevas tecnologías, nos contratan".
Suris es un cluster privado, nuclea a 100 personas y está en proceso de internacionalización con otras siete empresas a través de un programa de ProMendoza.
"Adoptamos esta estrategia para salir al mundo. Las empresas que están en el cluster conviven, trabajan en proyectos separados, y otros en conjunto. Algunas arrancaron con tres personas y ya están en diez, todas van creciendo", aporta Rosé.
Ambos sostienen que el mundo de la informática se muestra prometedor. "Contra India que es el referente mundial, Argentina tiene la ventaja cultural; entendemos el negocio del lado occidental, los indios entienden de programación, hablan inglés, pero les cuesta entender cómo funciona un banco en Europa", asegura González Calderón.
Sobre el accionar del Gobierno, Rosé opinó: "Se ha tomado bastante en serio el tema del desarrollo de la informática como un proceso de negocios que puede dar valor agregado a la provincia. Lo vemos en manifestaciones de intención".
Belatrix
Belatrix (BSF SA) es una empresa de desarrollo tecnológico que nació tras la crisis de 2001 y fue fundada por Luis Robbio (trabajó durante 20 años en Impsa).
Desde sus inicios, esta empresa trabajó fundamentalmente para el Estado provincial, época que recuerda como no muy buena.
"Nos propusimos entonces aprovechar la experiencia para exportar. Alejandro, mi hijo, quien también es especialista en software se fue a Utah, Estados Unidos, y su primer cliente fue un sistema de comercialización directa (muy utilizado por marcas como Avon o Tupperware).Cuando empezamos el dólar estaba a $4, y no tuvimos ninguna ayuda gubernamental, ni siquiera de ProMendoza que en ese entonces no confió en nosotros. Un año y medio más tarde aparecimos con 12 ingenieros y nos dieron el subsidio”.
Lo paradójico es que esta, entonces pyme mendocina, abrió mercado en el estado de mayor concentración de la industria del software en los Estados Unidos.
Hoy trabajan en esa firma 120 profesionales, con un promedio de edad de 26 años, y la empresa se dedica a la factoría y exportación de software a Estados Unidos y también a España.
La empresa registra un crecimiento del 100% anual, llegando este año a U$S1 millón de facturación. Dado que esta fábrica no tiene materia prima, “el 70% de las ganancias se lo llevan los salarios”, afirma Robbio.
A diferencia de lo que sucedía en años anteriores, se exportan ideas. “Antes era excepcional que un cliente confiase el desarrollo de una base de datos; generalmente daban sólo el desarrollo de las interfaces (la parte externa del programa), hoy nos piden que desarrollemos ideas”, afirma el ingeniero y añade que este avance “ha generado mayor valor agregado a esta industria, que viene creciendo a pasos agigantados”.
Robbio vertió algunas críticas hacia la actual gestión por no aplicar regímenes de promoción como los que tienen otras provincias, aunque tras una reunión que mantuvo con el ministro de Producción Guillermo Migliozzi, tuvo la percepción de que el Gobierno “se está empezando a mover”.
Solus
Fernando Pinciroli, su fundador, se especializó en herramientas que soportan el desarrollo de software y a consultoría, área muy demandada por grandes firmas que necesitan mejorar sus desarrollos internos u obtener certificaciones de calidad internacional.
“Las consultorías en software se convirtieron en algo cada vez más demandado, sobre todo a partir de la ley nacional de promoción (a la que deben adherir las provincias) la cual establece una serie de requisitos para que las empresas obtengan beneficios impositivos”, explica Pinciroli en cuya empresa trabajan hoy 35 personas.
La consultora nació 15 años atrás como una pyme pero en 2001, por la demanda, se unió a otras empresas formando un cluster.
Para la exportación de software creó la firma Aconcagua Software Factory, que duplica sus ventas al exterior cada año.
“Esto es algo que no atribuimos al mercado, sino al tipo de software que realizamos. Si bien la demanda en el mundo es más grande que la oferta, el crecimiento depende del factor servicio y del factor calidad”, evaluó este ingeniero que ha trabajado para proyectos de la Nasa.
Crítico de la formación que brindan las universidades -(el trabaja en la de Congreso como director del área de informática) asegura que se demora mucho en formar a los jóvenes que salen con el título de licenciado en sistemas, o ingeniero en informática, porque la formación académica “está desfasada en relación a lo que solicita el mercado”.
Tampoco se mostró del todo conforme con la gestión pública para el sector. “Fuimos la última provincia del país en adherir a la ley de promoción de la informática”, señaló y enfatizó que si bien el Estado provincial es el mayor consumidor de tecnología que hay en Mendoza, las empresas locales raramente son sus proveedores.
“Todo lo que se incorpora es de otras provincias, o importado”, enfatizó.
Civitas
El ingeniero Marcelo Palma se ha dedicado a desarrollar sistemas para gobierno electrónico, especialmente para municipios. Hoy trabaja en exportar el programa a Venezuela y Chile.
“Tras mucho viajar aprendimos que para desembarcar en América Latina con este tipo de producto hay que contar con una alianza local. Esto lo hacen muy bien las cancillerías de otros países, como la de Chile. En nuestro caso la Cancillería no ayuda mucho. Lo que nos funcionó a nosotros fue dar charlas sobre el modelo de municipio en red que planteamos. Nuestra meta es la ciudad digital, pasar de sistemas de gestión internos a la ciudad digital”, indicó.
En la ciudad digital los ingenieros imaginan aplicaciones de comercio electrónico, un receptor de reclamos que se envíen por teléfono celular, e incluso, cobrar impuestos a través de ese medio. A fin de que todos puedan acceder, la propuesta es incluir un data center con un modelo similar al de Google.
Esta empresa mendocina ya informatizó la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, el municipio de General Roca en Río Negro, y el de Concepción del Uruguay en Entre Ríos. También la comuna de La Paz está probando el producto.
¿Por qué es competitiva una empresa de este tipo en el mundo? “Por los años de experiencia y porque la tecnología para informatización del Estado es tan moderna como la que tienen los países del primer mundo. El recurso humano con el que contamos tiene alta calificación, y en precio también somos competitivos”, responde Palma.
¿Faltan incentivos?
En pleno auge, la gran queja de voceros del sector es que el Gobierno provincial no ha sido veloz en adherir a leyes de promoción del sector o a crear reglas propias para su impulso, como sí lo han hecho Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y San Luis.
En Córdoba el gobierno le devuelve a las empresas del sector el 60% del impuesto a las ganancias y el 50% de las cargas laborales.
También da créditos con tasas preferenciales a 10 años para construir edificios para las pyme, mientras que San Luis ha creado un Fondo de Financiamiento para Capital de Trabajo aportando el 70%, y otorgando el 10% de subsidio en cargas patronales durante los dos primeros años de contratación.
Francisco Bravo, titular del Polo Tecnológico, incubadora del sector privado dentro del IDITS, sostiene que si bien se ha avanzado en el afianzamiento del sector, aún queda mucho por hacer.
La provincia adhirió este año a la ley que declara industria a las TICs, así como a la Ley de promoción del software.
Así, las empresas que puedan constatar que desarrollan software pueden inscribirse en la Secretaría de Industria de la Nación, y obtener el derecho a devolución de 60% en las cargas sociales, entre otros beneficios.
“El trámite para adherirse a esta ley lo han podido hacer pocas empresas porque es muy engorroso y las exigencias burocráticas son grandes”, asegura Bravo.
Desde el IDITS sienten que las críticas son algo injustas. La gerente del Instituto Gabriela Fretes remarcó que para el Gobierno es claro que éste es el sector más dinámico de la economía en los últimos dos años.
“En los últimos dos años el índice de ventas mostró un crecimiento del 70% y del 23% en ocupación de personal. También hay más empresas que exportan. Pero creo que esto también es mérito del Ministerio de Producción y de ProMendoza que asistió a los exportadores a través de diferentes programas”, opinó Fretes, antes de adelantar que, además de adherir a las Leyes nacionales de promoción de la industria (y de evaluar cómo se implementarán en la Provincia), se está trabajando “no en frenar, sino en mejorar el Plan Estratégico” que el sector trazó con el anterior Gobierno.
Por Gabriela Malizia. Diario Los Andes