Las exportaciones argentinas crecieron 82% en los cinco años que van desde la mega-devaluación de enero de 2002 hasta diciembre de 2006. El número es impactante si se lo mira aislado. Pero si se lo compara con lo que pasó en el resto del mundo, sobre todo en los países emergentes, está cerca de ser frustrante. Ocurre que en ese lustro las exportaciones de América Latina crecieron el 135%, en tanto que el crecimiento de todo el mundo fue del 86%. En este período, Argentina también perdió terreno en el comercio mundial, cayendo del 0,4 al 0,39% del total de las exportaciones del mundo. Sólo dos países expandieron su comercio mundial a un ritmo menor que el argentino: Estados Unidos y México. Y lo paradójico es que EE.UU. dejó devaluar casi un 70% su dólar frente al Euro, en tanto México devaluó también -15%-, su moneda frente al dólar estadounidense.
De modo que los países donde más se debilitó la moneda local tuvieron la peor performance. La excepción puede ser Venezuela, cuya moneda se devaluó a la par del peso argentino, pero gracias a los precios del petróleo logró aumentar sus ventas al exterior.
En Brasil, donde el dólar cayó de 3,6 a 1,8 reales en estos cinco años, las exportaciones crecieron 128% y su participación en el comercio mundial pasó de del 0,93% al 1,14%. Los números muestran que sólo con una devaluación, o un “tipo de cambio competitivo”, como les gusta decir a los funcionarios, no alcanza para mejorar el perfil exportador.
“El tipo de cambio alto es una elección de política económica, con sus pros y sus contras. Aquí el dólar caro sirvió como barrera a las importaciones y para impulsar una fuerte recuperación de las economías regionales, lo que acarreó una caída del desempleo. Claro que al mismo tiempo los salarios son comparativamente más bajos, porque no son empleos de alta productividad”, señaló Abel Viglione, de FIEL. También reconoció que en cantidades, las exportaciones argentinas vienen creciendo desde mediados de los 80, pero ahora la facturación crece más por suba de precios (recordar la estampida de la soja) que por volumen.
En su opinión, “las exportaciones crecieron menos porque se prioriza el mercado interno”. La prueba, dice, son las trabas a las exportaciones de carne y lácteos. “La clave no es el tipo de cambio alto o bajo, sino la competitividad en general y la escala para producir lo que el mundo necesita”, resumió el consultor Miguel Bein. Por Gustavo Bazzan - Diario Los Andes