El vitivinícola es uno de los pocos sectores que sumó inversiones al dólar alto y logró mejoras de competitividad que le permiten ganar cada vez más mercados. Los vinos argentinos triplicaron las exportaciones y desplazan a los imbatibles chilenos en Estados Unidos y Brasil. En 2006, además, recuperaron el terreno local perdido a manos de la cerveza. Las cuantiosas inversiones extranjeras y locales en la vitivinicultura argentina están logrando lo que parecía imposible a pesar del difundido boom del sector: pelearle posiciones en los mercados
externos como Brasil o Estados Unidos a los vinos chilenos, considerados los imbatibles
con más de 12 años de ejercicio en exportaciones de varietales de alta calidad.
Y pelearle a la cerveza, al mismo tiempo, el terreno perdido en el mercado interno.
Los bodegueros de la Argentina están ganando y recuperando lugares. El
2006 será recordado como el primer año en muchos en que el consumo argentino,
medido en litros por habitante, dejó de caer a manos de la bebida de malta y hasta
las denominadas bebidas de la vida sana, como las aguas.
La fuerza de las exportaciones argentinas de varietales es tal que de la
pelea que tienen con sus contendientes transandinos han dado cuenta publicaciones
internacionales como The Economist y Times, que provocan ruido en el ambiente
vitivinícola internacional.
No es para menos. Tanto en la Argentina como en buena parte del mundo se preguntan por qué la región cuyana, que convirtió al país en el sexto mercado interno más importante del mundo y el quinto productor global de vinos, no podía hacer sombra a las ventas que los productos chilenos que se lucen en los restaurantes y vinerías de Nueva York o Madrid.
Pero el año pasado, Wine Spectator, la revista especializada más seguida
por los amantes del buen vino en los Estados Unidos le otorgó las mejores calificaciones
a 172 vinos de la Argentina contra 138 de Chile, lo que habla de la calidad local.
Dos datos no dejan de sorprender a los viejos bodegueros cuyanos, que históricamente
fueron criticados por no seguir los pasos de los chilenos: la Argentina es el
país que más rápidamente crece en sus ventas al mercado norteamericano y ya desplazó
a los productos envasados del otro lado de la cordillera para ocupar el primer
puesto en Brasil.
Malbec
Las cifras son elocuentes. En 1998 los despachos de vinos fraccionados al exterior llegaban, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) a u$s 140 millones, mientras que el año pasado totalizaron u$s 379,4 millones. Pero si a esto se le suman los mostos, la ventas totales al exterior sobrepasaron los u$s 497,2 millones lo que significa un crecimiento del 23,45%, con respecto al año 2005.
El INV informa que el 57,84% del volumen exportado correspondió a vinos sin mención varietal, el 40,94% a vinos varietales, el 1% a vinos espumosos con y el 0,22% a otros vinos. En lo que respecta a los dólares ingresados por estas ventas, las proporciones se invierten. El 74,32 % fue de vinos varietales, el 22,72% a vinos sin mención varietal y el resto se los repartieron espumantes y demás.
Los varietales tuvieron un crecimiento del 15,10 % en volumen y en dólares del 25,56%, con respecto al año anterior.
El 81% de las ventas fueron vinos fraccionados y el 18,98% a granel. Los principales destinos de los fraccionados fueron Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Canadá, Dinamarca, Países Bajos, Rusia, Suecia y México. En tanto que los vinos a granel fueron a Reino Unido, Canadá, Alemania, Rusia, Dinamarca, Francia, China y Japón.
Por supuesto, el Malbec fue el varietal que más se exportó (25,39%). No es para
menos, se trata del el buque insignia de los argentinos, envidiado por los productores
chilenos, ya que del otro lado de la cordillera exportan variedades comunes como
el Cabernet Sauvignon y el Chardonnay. Ambos varietales también incrementan sus
ventas al exterior desde la Argentina, ya que el año pasado el volumen de exportaciones
del Cabernet Sauvignon creció 15% y el Chardonnay, 10%.
Vendimia
"El vino es un camino de ida, no una moda", dice José Alberto Zuccardi,
al frente de la bodega Familia Zuccardi, para espantar las dudas y aseverar
que el renovado brío con el que los vinificadores están colocando sus productos
en el mundo va más allá de las ventajas competitivas de un dólar barato. Asegura
poder pelearle los chilenos un espacio en el comercio mundial de vinos es
el resultado de las inversiones y la mirada estratégica que esta industria, por
cierto segmentada, con más de 1.900 establecimientos, se ha planteado en los últimos
años.
Durante el 2006 las ventas al mercado internacional de Familia Zuccardi fueron
un 50% superiores a las que registrara durante el año 2005. Exportaron 1.280.000
cajas a más de cuarenta países. Así, la firma mendocina se convirtió en la bodega
con mayor crecimiento exportador durante el año pasado y la cuarta en el ranking
de ventas al exterior, con ventas ventas por u$s 13,5 millones, lo que equivale
a 60% de sus ingresos totales.
Los principales destinos para sus exportaciones fueron Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, Bélgica, Alemania, Polonia, Colombia, Irlanda, Japón y los Países Escandinavos.
Las exportaciones de los Zuccardi no son nuevas. Comenzaron en 1991. Los enólogos recuerdan que a mediados de la década del noventa, comenzó a desarrollar vinos de alta calidad con variedades consideradas inferiores en ese momento, como Tempranillo, Bonarda y Sangiovese.
Algo por el estilo es lo que plantea Alberto Arizu (h), director de
Luigi Bosca, que el año pasado facturó $ 47 millones y vendió al exterior
por u$s 6 millones a 50 países. "Nos favorece el furor que hay en el mundo por
los vinos argentinos, pero esto se logró gracias a que muchos en el sector tuvimos
constancia y pusimos mucho esfuerzo en lograr que nuestros productos nos conviertan
en el 11° exportador mundial de vinos", dice Arizu.
Quien pone paños fríos al asunto es Rafael Scuassini, a cargo de las ventas
de la bodega Dante Robino: "El boom de las exportaciones es importante,
pero nuestra participación en el mercado mundial sigue siendo muy baja", afirma.
"Además hay mercados como el de Estados Unidos que están sobreofertados y en donde es difícil encontrar buenos sistemas de distribución. Es por ello que Brasil, por cercanía y por estar dentro de las reglas del Mercosur es un país en donde los productos argentinos han podido avanzar con fuerza, pero allí el consumo anual per cápita es muy bajo", advierte Scuassini que no obstante exporta a 25 países y, aunque no da cifras concretas, asegura que sus ventas al exterior representan 25% de su facturación.
Plan estratégico
"El vino, la bebida de los pueblos sanos", decía un viejo comercial de INV en los años ´80 que pretendía hacer frente a la baja del consumo interno. Lo cierto es que hasta el año pasado no hubo otra campaña para atacar la caída de los litros por habitante por año que provocaron los consumidores argentinos, cada vez más atentos a las cervezas.
Dylan Williams y Emilio Cesio, de la agencia de publicidad WM, fueron
los encargados de realizar la Campaña por el Vino Argentino que pretendió
dejar en claro, según sus autores que "la mejor bebida es el vino argentino, no
importa su marca ni su envase, para recuperar el espacio que esta bebida tenía,
por ejemplo, en la mesa familiar hace unos años".
La campaña fue el resultado de una investigación del Fondo Vitivinícola Mendoza,
una de esas escasas experiencias en donde el sector privado y el público se unen
para crear un plan estratégico para un sector. La investigación, realizada
por la consultora CCR, asegura que la categoría vinos aumentó 75% de su facturación
en el mercado interno ente 2001 y 2006.
Según la auditoría, el mercado total de bebidas en la Argentina muestra una pequeña contracción del orden del 3%, entre los años 2001 y 2006. El segmento de las bebidas con alcohol registra una baja de 9% y el del vino, en particular, también se achicó 13%. No obstante, vale decir que el vino, entre 2004 y 2006 acompañó el recupero de las bebidas alcohólicas, tanto en términos de volumen como de valor.
Es que los despachos de las bodegas para el consumo interno crecieron un 1,2% en 2006. Pese a que el repunte fue leve, no deja de ser importante, ya que es la tercera vez en los últimos 16 años que el consumo crece, en un contexto de continuo retroceso.
Un dato llamativos es que, por primera vez, el consumo de vino en botella casi iguala al de tetra-briks: el primero creció 9,55%, hasta captar el 44,65% del total, mientras que el segundo cayó 2,8%, y se quedó con el 45,04%, apenas por encima de los envases de vidrio. Vale recordar que durante los ’90, los tetras más que duplicaban el número de botellas. A las que les va mal es a las damajuanas que continuaron perdiendo terreno, al caer 10,4% y captar sólo el 10,2% del total, contra el 77% de 1990.
Freno
De acuerdo con los entrevistados, el freno a la baja del consumo interno estuvo directamente relacionada con una amplia campaña publicitaria y de marketing que se realizó con un altísimo nivel de participación de la industria vitivinícola, el circuito gastronómico y las cadenas de supermercados cuyos resultados se reflejaron en la "Feria Vinos y Bodegas 2006" que se realizó en La Rural con la asistencia récord de 38 mil visitantes. No es para menos, los amantes del vino tienen bastantes opciones, el trabajo afirma que hay 4.500 etiquetas producidas por las bodegas y que en un solo supermercado el consumidor puede optar entre 2.500 de ellas.
Por Rodolfo Barros. - Revista Fortuna