El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció que destinará U$S 3.000 millones para impulsar esta agroindustria emergente en Sudamérica y el Caribe. La vertiginosa irrupción de los biocombustibles en la escena internacional llevó a que el etanol y el biodiesel constituyan nuevos mercados para materias primas que se producen en la Argentina, y esto se está expresando con fuerza en las cotizaciones de nuestros principales productos de exportación.
Tanto es así que hace pocas semanas en Miami, Estados Unidos, se puso en marcha la Comisión Interamericana de Etanol para impulsar la producción y el uso de esta alternativa con el objeto de reducir la dependencia del petróleo en la región, mejorar el medio ambiente y desarrollar la economía de los países latinoamericanos.
Los biocombustibles se derivan de cultivos de plantas, e incluyen biomasa que es directamente quemada, biodiesel de semillas oleaginosas y etanol (o metanol) que es el producto de la fermentación de los granos, pasto, paja o madera.
Aunque los biocombustibles han ganado fama entre los grupos ambientalistas como energías renovables que son “libres de carbono”, por lo que no producirían gases con efecto invernadero, poseen algunos factores en contra. Hay quienes sostienen que generar energía a partir de cultivos requiere más energía fósil que la energía que producen, y que no reducen sustancialmente las emisiones de gases con efecto invernadero. Estos detractores aseguran que causan irreparables daños a los suelos y al medio ambiente.
Precisamente, el industrial azucarero y presidente de la Federación Económica de Tucumán (FET), Julio Colombres, opina que un obstáculo para el desarrollo a gran escala de alcohol para naftas son los residuos que derivan del proceso. “La vinaza está de por medio; en Tucumán, en términos de contaminación la vinaza lleva por lejos la delantera. Y por cada litro de alcohol que se produce, se obtienen por efecto 10 litros de vinaza. El tema merece un estudio con mucha prolijidad”, advirtió.
Por lo pronto, es tanto el interés que existe en los países del primer mundo por los biocombustibles que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció que destinará U$S 3.000 millones para impulsar esta agroindustria emergente en toda Sudamérica y el Caribe. Estados Unidos aumenta en forma permanente el consumo de etanol.
Aún cuando en ese país está incrementando la producción con un ritmo del 30% anual, sus necesidades lo convirtieron en un importador neto. La materia prima principal que ellos utilizan para elaborar etanol es el maíz; por ese motivo, el año pasado se destinaron a la producción del biocombustible 55 millones de toneladas de ese cereal, el 17% de la cosecha. Con esta molienda, en 2006 se elaboraron en Estados Unidos 20 millones de metros cúbicos de etanol. Además importaron otros 3 millones. Pero es una gota de agua en el océano: es apenas el 3% de su consumo de naftas (570 millones de metros cúbicos).
En la actualidad tres países han desarrollado programas significativos para la fabricación de bioetanol como combustible: Estados Unidos (a partir de maíz), Brasil y Colombia (ambos a partir de caña de azúcar). Esta producción a gran escala de alcohol agrícola para utilizarlo como combustible requiere importantes cantidades de tierra cultivable con agua y suelos fértiles.
Experiencia tucumana
La compañía azucarera Los Balcanes lanzó en punta en el desarrollo de los biocombustibles a partir del alcohol de caña. El titular de esta empresa -propietaria de los ingenios La Florida y Aguilares-, Jorge Rocchia Ferro, asegura que, a partir de los combustibles renovables, se está iniciando una nueva etapa en la industria azucarera. El año pasado, Los Balcanes inauguró una destilería en el ingenio La Florida, con una inversión de U$S 4 millones. La nueva planta permitirá la producción de 350.000 litros diarios de alcohol etílico. “Este es el puntapié inicial para producir alcohol etílico todo el año a través de la caña, de la melaza y del maíz en la época que no hay caña”, dijo Rocchia Ferro. La Gaceta de Tucumán