Argentina ya no sólo exporta granos, sino también la tecnología para hacerlos. La competitividad doméstica alcanzada en los últimos 10 años por el paquete que envuelve a la siembra directa ha convertido al combo en un verdadero producto de exportación; con la maquinaria agrícola como punta de lanza. El interés puesto de manifiesto en los últimos meses por Venezuela, Bolivia, Angola y Kazajstán por importar el know how "made in Argentina" no es un capricho. Tiene sus razones. La producción agrícola argentina se caracteriza por tener uno de los índices más bajos del mundo en el uso del tractor. "Mientras en Brasil un tractor produce 4.640 toneladas de granos, en Argentina hace 16.400 toneladas, es decir una relación 3,5 a uno", ilustró Mario Bragachini, técnico del Inta y referente nacional en maquinaria agrícola. Debido a este grado de eficiencia, Argentina tienen el consumo más bajo de combustible a nivel mundial para producir una tonelada de soja, maíz, girasol y trigo.
El buen desempeño y la eficiencia de la maquinaria agrícola no sólo se ve en los lotes. Este año comenzó también a verse en la balanza comercial. De los 22 millones de dólares exportados en 2005, el sector terminará el presente año con ventas al exterior por alrededor de 160 millones de dólares.
La "mega operación" a Venezuela, que involucró más de cuatro mil equipos por un valor de 113 millones de dólares, fue el principal destino, desarrollado por una iniciativa conjunta entre las industrias y el Inta. A la que también hay que sumarle los contratos con Bolivia para colocar implementos por un valor de 20 millones de dólares. La particularidad de los acuerdos es que no sólo se vendieron equipos, sino que además se transfirió conocimiento, a partir de la tarea de extensión desarrollada por el Inta.
Mientras las empresas acaban de embarcar rumbo a Venezuela el tercer envío pactado, la alianza "pública y privada" se reunió en Rosario para repasar la coyuntura y analizar las estrategias para el desarrollo de la maquinaria agrícola nacional hasta el año 2015. El encuentro estuvo organizado por la Fundación Argen-Inta e Intea, el brazo ejecutor del Inta para el desarrollo de negocios y la apertura de nuevos mercados.
Planificación. "Las expectativas están puestas en poder conformar un negocio que tenga en el mercado interno al 70 por ciento de las ventas y el 30 por ciento restante en la exportación", aseguró Roxana Negrini, titular de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma) y presidenta de la fábrica de sembradoras Agrometal, con sede en Monte Maíz.
Esta integración le permitiría a las 650 Pyme que integran el sector y que dan trabajo directo a más de 44 mil personas tener previsibilidad y poder escapar a las oscilaciones que impone el mercado interno, muy influido por la coyuntura que atraviesan el precio de los granos.
A pesar de los buenos números del comercio exterior, que le permitieron al complejo compensar la baja que mostraron las ventas en el mercado interno, la consolidación como sector exportador no será sencilla. Es un nivel en el que compiten grandes multinacionales, con una facturación superior a los 33 mil millones de dólares al año. Sin embargo, para Bragachini, la industria nacional tiene un nicho a desarrollar.
"Los fabricantes deberían elevar su perfil exportador y también desarrollar productos especiales para cada país o región", asegura uno de los responsables técnicos del acuerdo venta firmado con Venezuela.
Según su diagnóstico, en el mundo sólo se venden tres productos sin diferenciación: las cosechadoras de granos, los tractores y las picadoras de forraje. Al resto de los implementos es posible adaptarlos a las exigencias de los distintos ambientes y así ganar mercados.
"Esto es una oportunidad para nuestras fábricas debido a su baja escala, lo que otorga alta plasticidad de diseño y construcción", completó el especialista ante un auditorio conformado por empresarios, funcionarios del Inta y técnicos reunidos en la Bolsa de Comercio de Rosario.
La búsqueda de mecanismos asociativos para estandarizar componentes (agropartes), que redunde en una mayor escala, mejor calidad y menores costos, es parte de esta estrategia.
Ejemplos. En esta dirección ya están trabajando varias fábricas de sembradoras, a partir del acuerdo cerrado con Venezuela. Las necesidades del cliente de contar con equipos más pequeños y con variaciones en los trenes de siembra a los que se fabrican en el país llevó a un grupo de empresas a unificar agropartes y fabricar equipos idénticos, pero sin perder la marca individual.
"Nos pareció mejor llevar un mismo producto y así comenzamos a trabajar junto con Apache y VHB para decidir qué iba a fabricar cada empresa", explicó Raúl Crucianelli, propietario de la fábrica de sembradoras santafesina que lleva su nombre.
De las 120 máquinas que van a exportar las tres empresas, cada una participa casi en partes iguales (33 por ciento) en la integración de los componentes de las sembradoras. Apache, con sede en Las Parejas (Santa Fe), fabrica el chasis; VHB, en Oncativo, los elementos de abre surco, siembra y fertilización; y Crucianelli, en Armstrong, los cuerpos de siembra. La sociedad también le está proveyendo bajo las mismas condiciones las sembradoras que las empresas Yomel (Nueve de Julio) y Chalero (Chivilcoy) envían a Venezuela.
"Es un buen avance arrancar con la exportación. Si aparece algún otro mercado, en especial de maquinaria chica, seguiremos trabajando con la estrategia", indicó Crucianelli.
Kazajstán (antigua Unión Soviética), otro mercado interesado por contratar a la sinergia entre el Inta y la maquinaria agrícola, vuelve a plantear un desafío para la industria de sembradoras. "Todo dependerá del tren de siembra que podamos diseñar en conjunto para abastecer un mercado que demandará cinco mil sembradoras. Además de abrir la puerta para Rusia, Ucrania y China", dimensionó Bragachini.
Para abonar esta proyección, el especialista europeo en maquinaria agrícola, Ettore Gasparetto, quien compartió el panel con el técnico del Inta, identificó a los países del este europeo como el mayor mercado para la venta de equipos agrícolas.
Los suelos pesados y con excesiva humedad de Kazajstán y el condicionante que genera un período de siembra reducido y grandes extensiones de siembra obliga a los proveedores a fabricar una máquina "a medida". Para ello habrá que diseñar un sistema en el que la cuchilla trabaje con corte y remoción para esa condición de suelo; además de ser equipos de siembra con un ancho de labor de 12 a 13 metros, tractores de 500HP y que puedan trabajar a una velocidad de 10 kilómetros por hora.
"En ninguna parte del mundo está el tren de siembra para trabajar en esa situación. Si nosotros lo logramos vamos a tener el mercado. Habrá que asociarse e involucrar a todos los genios de la maquinaria agrícola en el desarrollo del sistema, para que sean para todos iguales", sostuvo .
El aporte que puedan realizar otros ámbitos de la mecanización para la maquinaria agrícola será una pieza clave para lograr desarrollos de innovación.
“Los preparadores de autos de carrera argentinos demostraron ingenio y capacidad superior a los hermanos brasileños, la idea es aprovechar ese know how en el diseño y construcción de máquinas agrícolas. Alguien se imagina una pulverizador autopropulsada diseñada por el equipo técnico de Berta, yo sí”, aseveró Bragachini.
El director ejecutivo de Intea, Roberto Delafosse, encargado de la coordinación del panel, avaló con un dato esta posibilidad, que no dejó de asombrar al auditorio. “Hace unos meses participe en una exposición en Brasil en la que se presentó un modelo de avión a control remoto de uso agropecuario son asistencia de Berta”, indicó en funcionario.
Mientras tanto, el mercado interno sigue actualizando su parque. Con la incorporación en los últimos tres años de 6.700 cosechadoras, Argentina mejoró la disponibilidad de un vehículo insustituible en momentos claves. “Ahora la cosechadora espera al cultivo y no el cultivo maduro a la cosechadora”, diferenció Bragachini. Este cambio trajo aparejado que en los lotes se redujeran las pérdidas de precosecha y por riesgos pérdidas climáticas. No obstante, el nivel de reposición debe seguir activo. Si la apuesta es llegar en cuatro campaña a una producción de granos de 100 millones de toneladas, los productores deberán reponer no menos de 1.800 cosechadoras por año.
En el mercado de pulverizadoras, la tendencia “sin retorno” es el uso cada vez mayor de equipos autopropulsados en detrimento de los de arrastre. “En el futuro, el mercado parece ser de 1.100 unidades al año de autopropulsadas y 1.800 equipos de arrastre; mientras que tres años atrás la relación era de 600 máquinas autopropulsadas y 2.500 de arrastre”, indicó Bragachini. El cambio se debe a la mayor eficientización que muestra el paquete agrícola. Por Alejandro Rollán - La Voz del Interior