Rusia, potencia emergente, ofrece oportunidades económicas nada desdeñables: este mercado de 150 millones de habitantes, tiene la capacidad para absorber toda la variedad de nuestra oferta exportadora. "Es realmente importante llamar la atención sobre el potencial del mercado ruso", sostuvo el embajador argentino ante la Federación Rusa, Juan Carlos Sánchez Arnau. Este resultado es el fruto de varios factores. "Por un lado, de la creciente demanda rusa de la canasta de productos que exporta nuestro país. Por otro, de la mala cosecha de girasol en Rusia y Ucrania, pero también del cambio de política seguida por nuestros exportadores de aceites ante el paulatino cierre de este mercado para los productos embotellados o refinados", detalló Sánchez Arnau.
El broche lo pone el esfuerzo de promoción comercial de la embajada en Rusia, tratando de convencer a los exportadores argentinos acerca del inmenso potencial del mercado ruso, y desde allí, ayudándolos con estudios de mercado, contactos con importadores y participación en ferias y exposiciones.
- Absorción
Rusia, potencia emergente, ofrece oportunidades económicas nada desdeñables: este mercado de 150 millones de habitantes, tiene la capacidad para absorber toda la variedad de nuestra oferta exportadora. "Es realmente importante llamar la atención sobre el potencial del mercado ruso", sostuvo Sánchez Arnau. Mercado que también tiene sus particularidades. En su proceso de construcción del capitalismo, el hombre de negocios ruso no tiene aún definidos sus rasgos fundamentales. Hace diez años no había empresarios.
Surgieron a comienzos de los noventa en medio de privatizaciones salvajes destinadas, justamente, a que surgiera rápidamente un empresariado. Ese proceso tuvo mucho de gangsterismo en ciertos sectores, para irse encaminando más tarde.
- En alza
La Argentina y Rusia han tenido sus épocas de íntimas relaciones. En la década del 80 el intercambio comercial entre ambos países alcanzaba los 3500 millones, cuando nos compraban principalmente cereales (cinco millones de toneladas por año) y unas 100.000 toneladas de carne.
Hoy, aunque lejos de esa magnitud, las cifras se muestran en franca alza. Durante los primeros 9 meses de 2002 la Argentina vendió por US$ 157 millones (en el mismo período de 2001 lo hizo por US$ 71,4 millones), lo que confirma el cambio de tendencia que registran nuestras exportaciones después del período de disminución paulatina entre 1998 y 2000, y que comenzó con una primera recuperación en 2001.
En sentido inverso e igual período, las exportaciones rusas a la Argentina más que duplicaron su volumen, al trepar de US$ 8,9 millones a 22.990.000 de la misma moneda (un aumento del 145 por ciento), que se explica casi exclusivamente por el comportamiento del sector combustibles.
Las mercaderías exportadas a Rusia van desde tractores hasta carne equina y despojos comestibles de aves, pasando por vehículos para transporte de mercaderías, plantas utilizadas en perfumerías, instrumentos y aparatos de medicina y compuestos nitrogenados. La última novedad es la cesión de los derechos de exhibición, en Rusia y en Kazakhstán, de series televisivas argentinas a través de intermediarios europeos (ya en la época soviética se veían con muchísimo éxito las películas de Lolita Torres).
Sin embargo, la estrella fue el sector oleaginoso: el aumento conjunto de las exportaciones de aceite de soja y de girasol explica el 72% del crecimiento del comercio total registrado en el período.
Esta situación se produce en un contexto de disminución de los precios unitarios, donde entró en juego el fracaso de la cosecha de girasol en Rusia, que dejó sin materia prima a los envasadores de aceites, y la entrada en funcionamiento de una mayor capacidad de refinación local, que ha llevado a los distribuidores y envasadores rusos a importar más aceites no refinados y menos sin refinar o embotellados.
Otro producto que asomó con fuerza fue el de las frutas. Rusia es hoy un mercado de más de cincuenta millones de dólares anuales para estos productos.
"Uno de los principales importadores rusos de fruta fresca nos expresó que resultaba difícil encontrar en el mercado uvas de mesa y peras de una calidad semejante a las argentinas. Más aún: en su opinión, si la demanda interna sigue creciendo, cabe prever en el futuro mayores importaciones de estos productos desde la Argentina", señaló Sánchez Arnau. Un fenómeno que no se registra en las estadísticas de comercio pero que posee una creciente importancia en las relaciones económicas entre los dos países es la expansión de los servicios prestados por las firmas argentinas en Rusia.
Comenzó con la creación de una empresa de planes de ahorro y préstamo para automotores y se ha desarrollado con la introducción en los pozos petrolíferos de Siberia de programas de administración de stock diseñados y manejados en tiempo real desde la Argentina. Luego siguió la provisión de notas -en ruso- y material gráfico para revistas especializadas, así como servicios de ingeniería para el diseño y la construcción de plantas industriales.
También, la aparición del turismo ruso en el mercado argentino llama la atención, especialmente en dos áreas: la caza mayor y los cruceros al Atlántico Sur. "En ambos casos se trata de corrientes turísticas nuevas, tanto como lo es el turismo al extranjero en este país, o el desarrollo de la capacidad receptiva en la Argentina", explicó el embajador.
- Vinos
En contraposición con el aumento de las ventas argentinas a Rusia, los vinos no tuvieron la misma suerte. "La presencia de 18 bodegas argentinas en estas tierras nos dejó la impresión de que estábamos saturando el mercado, creciente, de la franja de vinos de calidad media y media alta. Sin embargo, las cifras indican que esa presencia no se ha traducido en mayores exportaciones. Es éste un tema que tendremos que encarar con importadores y exportadores, pero que posiblemente está expresando la necesidad de llevar adelante una campaña de promoción si se desea alcanzar un mejor posicionamiento en esa franja del mercado", explicó Sánchez Arnau. A esto se le suma la falta de interés de los importadores rusos por promocionar un producto cuya venta sólo puede crecer a costa de disminuir la de otro origen (Francia, Italia, España y, eventualmente, Chile).
Rusia está lejos, sí. Pero empresas como Molinos Río de la Plata, Poxipol, Finexcor, Mascellarius y el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), llegan a la tierra de Stalin con sus productos desde la Argentina. Como lo hizo, sin quererlo, Piazzolla. "No pasa semana sin que sea ejecutada alguna obra suya", afirmó Sánchez Arnau. Este año, en Rusia, la embajada brindará un curso de bandoneón.
Para obtener más información sobre este mercado, los empresarios pueden comunicarse con la embajada argentina en Rusia enviando un correo electrónico a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Por Lucila Marti Garro
Fuente: Diario La Nación