El auge del comercio exterior se manifiesta también en el arte. Cómo trasladar una obra de un país a otro, en tiempo y forma. El trabajo tras bambalinas: embalaje, transporte y seguro
Una de las caras positivas de la Argentina a la hora de mostrarse al mundo es su gran oferta cultural. Para dar sólo unos ejemplos de la actualidad, en el Centro Cultural Borges hay una muestra de Andy Warhol; en la Fundación Proa, la colección Rufino Tamayo, y en el Malba, Xul Solar. Pero para que estas exposiciones de primer nivel hayan llegado a buen puerto hubo un intenso y poco conocido trabajo tras bambalinas. Se trata del embalaje, el transporte y el seguro, este último llamado "de clavo a clavo".
Quizá fue un transportista amateur quien dejó incompletas a la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia, esculturas de la antigua Grecia. Ahora, con gente muy especializada en el rubro de transporte de obras de arte, seguramente ya no volverán a tener problemas si es que alguna vez necesitan ser removidas de su lugar de privilegio en el Museo del Louvre, en París.
El riesgo durante el traslado de piezas únicas es alto. Según un informe de la Fundación ExportAr, la mayor parte de los deterioros que sufren las obras de arte se produce cuando están en tránsito. La aseguradora puede negarse a aceptar al cliente si éste no contrata a un transportista de primer nivel.
Una de las empresas de más prestigio en el país, también reconocida internacionalmente, es Delmiro Méndez e Hijo. Rubén Méndez, junto a sus tres hermanos, pertenece a la tercera generación que se dedica al negocio. Delmiro era un inmigrante español que nació en 1914 y toda la vida se dedicó al transporte. El, y sólo él, movía los bienes de los Hirsch, los Santamarina y los Bemberg, entre otros coleccionistas de renombre.
Hoy, el 80% de la empresa está volcada al arte. Con un flamante depósito en Munro que ocupa un cuarto de manzana, Rubén nos hace de guía a un mundo fascinante que está vigilado durante las 24 horas por 16 cámaras que graban todo lo que sucede.
En uno de los salones del depósito se pueden ver varias cajas en preparación, todas con telgopor a la medida de los cuadros que pronto reposarán allí cómodamente mientras emprenden su viaje al exterior. Cada cajón tiene madera maciza, papel antihumedad, aislamiento térmico y burlete para que no se filtre el aire. Con todo esto, la obra conserva los 20 grados de temperatura y 55% de humedad, valores graduados especialmente para el bien de los cuadros.
"Si la caja quedara al sol por algún motivo, el techo está doblemente protegido; si lloviera, por el diseño que no permite la acumulación de agua, se secaría rápidamente. Hay que prever todo", explica Méndez.
Para él, la obra del Museo Nacional de Bellas Artes merece un tratamiento diferente. "Porque siempre trabajamos con el museo; porque lo que hay es de todos. No sé... Porque le tengo un cariño especial." Entonces se hacen dos cajones: uno va a dentro del otro, para salvaguardar aún más su patrimonio.
La técnica
Gabriela Vela, de la división MercoArt de la empresa de transporte Mercovan, es conservadora y restauradora de arte. "Hay que tener en cuenta la técnica de la obra. No es lo mismo transportar una escultura, una pintura al óleo o un pastel", afirma. Por ejemplo, una de las tantas especificaciones se da con los pasteles. Tienen una constitución en cuanto a su material que hace que los pigmentos no estén pegados a la base, sino apoyados en ella. Este tipo de pinturas se transportan en forma horizontal.
Es decir, no es fácil, y quien quisiera embalar y transportar su propia obra "caseramente" podría verse en serios problemas. Estamos hablando de piezas que, en caso de daños, cambian radicalmente de valor.
Para Rubén Méndez, hay tres congresos internacionales importantes donde se habla solamente del problema del transporte de arte. "De estos tres lugares nutrimos nuestros conocimientos", dice.
Ellos son:
* International Convention Exhibition Fine Art Transport (Icefat). Este año será en Singapur y participarán unas 200 personas.
* Artim. Es otro grupo, más reducido, donde intervienen las empresas más reconocidas del mundo.
* American Association of Museums. Un congreso norteamericano.
Por otro lado, los choferes de los camiones cuentan con un entrenamiento especial. Tienen que saber cómo manipular las cajas y, además, cómo atarlas. Nada ajeno a las obras de arte puede ser transportado en el mismo lugar, llámese rueda de auxilio, extintor, etcétera.
Por dentro, los camiones están revestidos con madera y tienen una protección para que sean térmicos. Cuentan con suspensión neumática y seguimiento satelital.
Las primas de los seguros, cuando la mercadería es enviada por avión, son menores. Pero también hay que tomar precauciones. "Lo más riesgoso del flete aéreo es la diferencia que hay entre la humedad relativa del lugar, que en Buenos Aires puede ser del 50%, y la humedad del avión, que puede ser del 5%. Este cambio se produce en poco tiempo y puede afectar la carga. Por eso hacemos cajas selladas con burletes especiales para que el cambio sea mucho más lento", indica Gabriela Vela.
El transporte de obras de arte también puede realizarse en contenedores especialmente acondicionados en caso de que el envío sea demasiado cuantioso y deba ser remitido en un transporte marítimo o carretero.
Con la cuestión de los seguros, Andrea Salice, del Centro Cultural Borges, explica que para traer la muestra de Andy Warhol hubo una ardua negociación: "En el momento en que estábamos en tratativas, el mundo se convulsionó. Sucedió el atentado a las torres [el 11 de septiembre de 2001, en Nueva York], nuestra devaluación, los piqueteros... Los dueños de las obras, que eran norteamericanos, le tenían pánico a la Argentina. Por esto estuvimos parados más de un año. Querían un seguro con una cláusula contra terrorismo, lo que subía la prima al doble. Finalmente trajimos otra colección con el seguro estándar".
Para finalizar, si de algo están orgullosos los transportistas es de que, por lo menos por unos días, tienen consigo y a su cuidado obras de arte únicas, muchas veces valuadas en millones. Dentro de habitaciones térmicas, vigiladas con cámaras, con sistema de alarma infrarrojo y sistema contra incendios, se guardan estas "joyas", celosamente custodiadas. Por estas cámaras pasan obras que codiciaría el más millonario de los petroleros árabes. Por unos días, es una especie de colección privada itinerante. Un verdadero lujo.
Por Paula Urien
Suplemento Comercio Exterior - Diario La Nación