La relación de las autoridades de Economía y los representantes del sector agropecuario está “al rojo vivo”, sobre todo en las últimas semanas. El ministro Roberto Lavagna dijo el jueves último que las retenciones a las exportaciones lácteas (que fueron incrementadas el 22 de julio último) habían logrado “mantener el precio a los productores”. Se refirió así a uno de los temas candentes, que evidencian no sólo que el Gobierno no eliminará los derechos a la exportación, sino también que recurrirá a esa herramienta para mantener los precios internos.
Más allá de esos argumentos, las retenciones ayudan a la “caja” de la Nación, y están íntimamente ligadas a la política de tipo de cambio nominal alto. El funcionario también se encargó de dejar bien en claro que esto es prioritario para el Gobierno.
En este marco, los actores sectoriales tienen pocas expectativas de un cambio en la política tributaria oficial. Para tratar estos temas y evaluar las alternativas a seguir, La Voz del Interior convocó a especialistas y representantes del sector agropecuario. Néstor Roulet, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez); Ercole Felippa, titular de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba y referente del sector lácteo; Salvador Treber, especialista en finanzas públicas y ex director del Banco Central, y Jorge Ingaramo, economista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, expusieron opiniones contrapuestas en un debate que, por momentos, fue álgido.
Varias aristas
El intercambio de opiniones puso de manifiesto que no es un tema sencillo de abordar y no se puede tratar de manera aislada de otros fundamentales de la política económica: en especial, la cuestión tributaria y cambiaria.
Pese a que Lavagna remarcó la utilidad de este impuesto para contener los precios en el mercado interno, éste no es el objetivo prioritario para los que opinaron en el debate (aunque los economistas reconocieron que un efecto de colocar retenciones es reducir el costo de los alimentos para la población). En el caso particular de los lácteos, Felippa remarcó su inutilidad, ya que esos precios se mueven por estacionalidad.
“Las retenciones no se ponen para regular los precios internos. Este es uno de los efectos secundarios. El factor fundamental es que el tipo de cambio está subvaluado”, opinó Treber. “Si hay un tipo de cambio por arriba del equilibrio, no hay otra posibilidad que aplicar retenciones”, agregó.
“El problema es que nuestro sector tiene que vender a un dólar de 2,30 y comprar insumos a 2,90”, respondió Roulet, quien se inclinó por un valor de 2,40 pesos para la moneda estadounidense.
Felippa, en tanto, acotó que el tipo de cambio real en muchas actividades está cerca de 1,40 peso.
Una cuestión de caja
Para Ingaramo, que se mostró en contra de que exista un diferencial tan grande entre el tipo de cambio de sectores industriales protegidos y el campo, la cuestión va más allá del tema cambiario. “Al Gobierno le importa tener más de dos mil millones de dólares al año. Es una caja segura y lo tiene presupuestado para 2006”, afirmó. Aun los representantes del campo reconocen que fue una medida que se podría justificar en una situación como la de 2002, pero no ahora. “Hoy, los gastos públicos crecen más que los ingresos, por lo que el argumento fiscal desaparece. Con esto, el Estado debería haber devuelto el excedente al sector privado”, explicó Ingaramo.
Un tema relacionado es qué hizo el Gobierno con esa masa de recursos (unos nueve mil millones de dólares en cuatro años). El sector agropecuario cuestiona el destino de los fondos, que se podrían haber volcado a mejorar la competitividad de la producción y a infraestructura. “Esa cantidad de dinero, volcada a la industria sustitutiva de importaciones, haría el sector más eficiente del mundo”, dijo el economista. “Estamos cansados de hacer transferencias a sectores que luego se convierten en ineficientes”, acotó Roulet. “La competitividad no puede basarse sólo en el tipo de cambio”, opinó, por su parte, Felippa, en una posición que fue apoyada por Treber.
Difícil de eliminar
Sus detractores reconocen, incluso, que las retenciones no pueden eliminarse de un día para otro. “Debemos aprovechar la coyuntura internacional favorable para producir un ‘aterrizaje suave’. Tenemos que hablar de una reforma tributaria de fondo, con un sistema tributario más simple”, pidió Felippa. Treber coincidió en la necesidad de una reforma del sistema impositivo, aunque se inclinó por aumentar la participación de Ganancias.
Por el momento, las retenciones llegaron para quedarse. Lavagna le reconoció la prioridad de la ‘caja’: “Firmen que no va a caer la recaudación y acepto”, le respondió a un empresario sojero que le pidió tomar retenciones a cuenta de Ganancias.
Por Daniel Alonso y Paula Martínez
Fuente Diario La Voz del Interior