Con sello de calidad ISO
Una Pyme de Santa Fe que fabrica autopartes no pudo exportar a la India por no tener la certificación ISO 9000. Las normas ISO (Organización Internacional de Normalización, en sus siglas en inglés) aseguran la calidad, y están reconocidas en más de cien países. Actualmente, es casi imposible ofertar un producto a la industria automotriz si el proveedor no cumple con dichos estándares: queda en desventaja y fuera de mercado.
Las normas establecen los requisitos que debe cumplir un sisema de calidad para demostrar la capacidad de una empresa para suministrar sus productos o brindar servicios según los requerimientos de los clientes.
Hoy, la certificación de calidad es, en algunos casos, excluyente a la hora de exportar.
Si bien, en general, contar con esta credencial no es obligatorio, los especialistas sostienen que toda empresa certificada siempre estará mejor posicionada al cotizar su producto puertas afuera.
"El beneficio que otorga una certificación depende del tipo de producto y país de destino. Es importante tener una certificación ISO 9000 para satisfacer la exigencia del comprador o para lograr una ventaja competitiva. Por lo general, en el 99% de los sistemas de evaluación de proveedores, cumplir con estos estándares aumenta el puntaje", señaló a La Nación, el director de Instituto Argentino de Normalización (IRAM), Leopoldo Colombo.
Lo mismo opinó Belen Kohlbrenner, gerente comercial de Bureau Veritas Argentina. "Prácticamente resulta imposible poder exportar sin estar certificado bajo algún estándar de calidad, sobretodo para las empresas de alimentos". En cuanto a los mercados, los países europeos son los más estrictos.
La ISO 9000 está orientada a la gestión de la organización para satisfacer los requisitos del cliente; contar con la norma genera confianza.
"La certificación incrementa los intercambios comerciales, pues brinda confianza acerca de la disciplina que posee la organización para implementar, mantener y mejorar un sistema de gestión. Esto es más importante aún para una empresa que exporta ya que la transacción es a distancia", enfatizó Kohlbrenner.
Aún cuando muchas empresas empezaron este año a buscar mercados, la cantidad de nuevas certificaciones emitidas durante 2002 no se disparó. En los primeros nueve meses del año, según estadísticas oficiales de la Secretaría de Industria, se emitieron 190 nuevas certificaciones (bastante menos que las 350 del mismo período del año pasado). Esto suma un total de casi 2700 empresas certificadas del país.
Si bien la Argentina ha incrementado notoriamente su participación en el mercado mundial de la certificación en los últimos años, la cifra aún sigue siendo baja.
- Mediano y largo plazo
"Evidentemente, la crisis tuvo un impacto en este tema de la certificación, porque ésta es una herramienta para el mediano y largo plazo, no para una coyuntura. Pero puede ser que se estén incubando un montón de nuevas certificaciones sobre sistemas de gestión", opinó Colombo.
Su razonamiento tiene una lógica: el organismo de certificación interviene al final de la etapa de implementación de un modelo. Cuando una empresa quiere lograr su estándar de calidad primero implementa un sistema y después llama a la certificadora. Esa puesta en marcha de un modelo de gestión dura entre 8 y 14 meses. Por lo tanto, es probable que haya muchas empresas que estén preparando sus sistemas, pensando en abrir mercados. Esas certificaciones se verán recién en las estadísticas del próximo año.
En general, los entes certificadores no hacen el servicio previo de consultoría. "No es lógico ser juez y parte. Nos abstenemos porque es muy importante mantener la credibilidad del esquema de certificación", agregó Colombo, y explicó que las empresas deben recurrir a consultores externos.
En la Argentina hay 16 entidades que emiten certificados de normas ISO, pero el 80% del mercado se divide entre cuatro grandes: Bureau Veritas Quality International, DNV, IRAM y Tüv Rheinland.
IRAM es la única certificadora de origen argentino, aunque con perfil internacional. Con clientes en más de 72 países, ha certificado autopistas en Corea, televisores en Japón, cables en Alemania y una fábrica de caños en Ucrania, por citar algunos casos.
- Los precios
Toda empresa puede certificar; sólo hace falta un compromiso de cumplir con los requisitos que impone la norma. El costo de la certificación varía según la cantidad de días que se necesite para auditar, lo cual depende del tamaño de la compañía (cantidad de empleados, sucursales y su dispersión geográfica) y la complejidad de sus procesos de gestión.
Para una Pyme de 50 empleados con una sola planta en el Gran Buenos Aires, el costo de certificar oscila entre 6000 y 8000 pesos, y tiene una duración de tres años. El 60% del costo se afronta al comienzo del proceso, y el otro 40% en los años restantes. Durante esos tres años, la empresa recibe auditorías parciales y transcurrido ese período debe someterse a una revisión global.
Si bien estos costos son aproximados, puede ser que en algunas compañías el monto de inversión sea más alto; todo depende del nivel de calidad donde se ubique.
El tamaño de la empresa no importa. La Cámara de Fabricantes de caños y tubos de acero certificó su proceso de gestión, que involucra, entre otras cosas, la atención al cliente y el trabajo interno. La cámara estaba compuesta por el secretario general y la secretaria administrativa y la auditoria duró un día. De la otra vereda, Volkswagen logró la misma certificación en todo el Mercosur, con 35.000 empleados y 8 plantas en dos países, en un proceso que duró 30 días.
Mientras que la norma ISO 9000 se puede aplicar a toda organización porque garantiza que los procedimientos de fabricación siguen estándares de calidad, ciertos productos requieren su certificación según normas de su industria en particular.
Por ejemplo, para el sector automotor, y basada sobre normas ISO, rigen la QS9000 y la TS16949. Esto implica que, además de cumplir con los estándares de la norma ISO 9000, el producto también alcanza determinados requisitos específicos para esta industria.
Para una empresa petrolera, por ejemplo, será importante obtener la norma ISO 14000, que indica que cumple con estándares medioambientales; y para una empresa de catering, estar certificada con HACCP (alimentos).
Además de los patrones que tiene cada industria, los requisitos para exportar dependerán del país de destino. Para vender a Estados Unidos, sea un juguete, un mueble o un auto, se debe certificar según normas UL, que expresan la conformidad con los requerimientos de seguridad norteamericanos.
La Unión Europea requiere la marca CE, que implica el cumplimiento de directivas sobre protección de la salud, seguridad, medio ambiente y derechos de los consumidores.
También Europa suele pedirles a sus proveedores la certificación BRC, relacionada con la calidad de los alimentos, como también la certificación de la norma Euregap.
En síntesis, aquellas organizaciones que logran adaptar como cultura interna los procesos de mejora continua, estructurados sobre un sólido sistema de gestión, obtienen los mejores resultados.
Fuente: Diario La Nación