Los resultados concretos de la misión empresaria, académica e institucional de la Región Centro, que concluyó la semana última en Beijing, se irán conociendo con el tiempo. Es normal que así sea. Pero el viaje deja ya varias lecciones, que conviene repasar y tomar en cuenta, para armar una estrategia pública y privada acorde con el desafío de poner un pie en el gigante de Asia. 1) China es hoy el país de las oportunidades. Es una nación-continente en la que conviven sectores bien diferenciados y con una brecha cada vez más marcada entre la franja más rica y la más pobre. El mercado chino es, en realidad, un conjunto de mercados regionales con características propias. Y no hay un sistema nacional de distribución, porque la política gubernamental era que cada ciudad fuera autosuficiente.
2) En la franja más alta de la escala social, calculada en unos 30 millones de personas, el consumo crece a un ritmo vertiginoso. Todo se puede vender, si se encuentra el canal y el mercado adecuado. Se calcula que la clase media acomodada llegará a 500 millones de personas en el año 2010.
3) El ritmo de crecimiento de la economía es infernal. Hay problemas ambientales y energéticos, subvaluación de la moneda y escaso desarrollo de los sistemas financiero y logístico, así como una pobre armazón institucional. Pero todo indica que la expansión continuará, tal vez algo más lenta que hasta ahora.
4) Más de 800 millones de habitantes siguen viviendo en zonas rurales, muchos de ellos más cerca de la Edad Media que de la modernidad global que se percibe en Shangai y otras ciudades. Se calcula que consumen, por año, no más de 500 dólares per cápita, mientras que un jubilado cobra en Beijing esa cifra por mes. Pero es razonable pensar que poco a poco se irán incorporando al mercado y que, nuevamente, todo les llamará la atención.
5) Esa tradición de subsistencia, combinada con un espíritu sacrificado y sumiso, hace de los chinos un pueblo con una alta dedicación al trabajo. Trabajan día y noche, de lunes a lunes, por una paga que muchas veces no excede de 50 centavos la hora. Los salarios ya comenzaron a aumentar y es muy probable que lo sigan haciendo.
6) Pero esa disponibilidad de mano de obra barata y la necesidad de evitar tensiones sociales hacen que el Gobierno desarrolle políticas muy activas y hasta agresivas para que los acuerdos comerciales se traduzcan en puestos de trabajo en el país. Esto se ve alentado, además, por un rechazo a lo extranjero, cada vez más atenuado, pero aún subsistente.
7) Quizá sea más eficaz proponer acuerdos de coinversión, para producir en China asociado a un empresario de ese país, que simplemente ir a venderles; en especial, si no disponemos de un producto que se distinga claramente de bienes similares o de un commodity que China necesite y con el cual Argentina sea competitiva.
8) Un joint venture tiene la ventaja de que los productos tienen libre acceso al inmenso mercado chino y que, desde él, pueden acceder a otros mercados aprovechando la potencia exportadora de esa nación.
9) Hay una ventaja adicional de un contrato de riesgo: da mayores garantías de que el producto no será “imitado”, diplomática forma de decir que no se robarán los derechos industriales.
10) No obstante, “mayores garantías” no quiere decir “garantías totales”. Porque la ambigüedad del idioma mandarín y la debilidad de las instituciones jurídicas en China facilitan la disolución de acuerdos, aun cuando estén firmados.
11) Un campo en el que la misión de la Región Centro acertó es en incorporar a las universidades como vía de acceso al mercado. “Los chinos necesitan innovación y nuestras universidades pueden tender un puente de plata entre esa necesidad y el capital humano de que disponemos”, dijo Guillermo Acosta, técnico de la Bolsa de Comercio de Córdoba que fue contratado por el Gobierno para esta misión.
Cómo invertir
Si se opta por radicar la empresa en China, será necesario un adecuado asesoramiento legal. No en todos los sectores está permitida la participación extranjera mayoritaria, y muchas veces se exige un organigrama que permita el control chino. Habrá que considerar también problemas como la distancia y la diversidad cultural y lingüística.
La selección del socio no es un tema menor. La otra cuestión a tener en cuenta es cómo se repatriarán los beneficios, tarea que se hace a través de operaciones de trading o compra de divisas en el mercado paralelo, que está legalmente autorizado.
Existen incentivos especiales para inversiones extranjeras orientadas a la exportación o tecnológicamente avanzadas.
De modo sintético, puede decirse que los pasos a seguir para constituir una empresa son:
- Primero, comprobar si el nombre de la empresa y las marcas que se usarán soportan la diversidad idiomática. Verificado ello, hay que registrarlos.
- Segundo, solicitar el certificado de aprobación.
- Tercero, pedir la licencia de negocios.
- Cuarto, solicitar el uso de la marca o “sello de la compañía” (apply for the company’s seals).
- Quinto, inscribirse en la Organización de Licencias de Códigos (Organization of Code License).
- Sexto, abrir una cuenta bancaria en moneda local.
- Séptimo, registrar el certificado para el cambio de moneda.
- Octavo, registrarse en la Oficina de Impuestos de Shangai.
La documentación que hay que presentar es amplia. Entre otras cuestiones, se solicita un exhaustivo detalle de los potenciales inversores; objetivos y estimación económica de la inversión; total de la inversión y porcentaje sobre el capital registrado; fotocopia de la licencia de los inversores extranjeros y de su socio chino y constancia de crédito bancario.
Además, habrá que certificar el domicilio registrado, el contrato de leasing y el certificado inmobiliario; presentar un plan de negocios; la estructura de la compañía y el número de empleados previsto; el permiso de uso de la tierra; el análisis de impacto ambiental; la nómina de productos, la escala de producción, la lista detallada del equipamiento a utilizar y un esquema de proceso; las medidas que se prevé adoptar para la protección del ambiente, y los requerimientos de agua y energía. La inversión mínima es de 140 mil dólares.
En resumen, China abre grandes posibilidades para la Región, pero el camino debe ser recorrido con cautela y profesionalismo. La distancia, el idioma, la diversidad cultural y las diferencias legales imponen diseñar una estrategia muy ajustada antes de intentar cruzar “la Gran Muralla”. Del otro lado, hay un inmenso y expansivo mercado aguardando.
Por Carlos Jornet
Fuente Diario La Voz del Interior