Las turbulencias en el mercado cambiario de
Brasil puso a las exportaciones en la cima del ranking de preocupaciones de los
empresarios nacionales.
Tienen una razón de peso: las ventas al mundo se
consideran el motor por el que la economía irá recuperándose, ya que por el lado del
consumo interno —que ya suma más de cuatro años consecutivos de parate—, nadie
apuesta ni un centavo. Si ahora Brasil, el principal comprador de bienes
fabricados en la Argentina, también entra en recesión, los empresarios locales temen
que sus ganancias se reduzcan, porque la Argentina perdería su ventaja cambiaria
frente a la economía brasileña.
Fue uno de los temas que ocupó la atención de los
casi 350 empresarios que se reunieron ayer en el Precoloquio que IDEA realizó en el
Hotel Hyatt de esta ciudad para ir preparando el terreno del foro de debate anual que
las grandes empresas realizarán en noviembre.
Entre todos los
presentes se percibió un profundo temor, aunque todavía no se atreven a decirlo con
todas las letras: sospechan que la crisis financiera que sufre hoy la Argentina cruzará
la frontera. Y que finalmente, Brasil se declarará en default ante sus
acreedores.
Por eso le prenden las velas a los bancos. Sostienen que
sin financiamiento no aumentarán las exportaciones argentinas. Y que con la
devaluación no alcanza.
El ex viceministro y director del IAE, Juan José
Llach, lo dijo sin vueltas: "Esta devaluación va a tener consecuencias pobrísimas a
nivel del crecimiento de las exportaciones porque las inversiones son dos veces más
importantes que la devaluación en ese crecimiento".
Luis Pagani,
presidente de Arcor, no pareció tan preocupado por el rumbo cambiario en Brasil. "Se
resolverá con las elecciones el mes que viene", consideró. En cambio, puso el acento
en la falta de financiamiento que tienen las empresas nacionales a la hora de
exportar.
En la misma línea se pronunció Juan Carlos Masjoán, ex
presidente de Telecom. "Sin financiamiento no vamos a poder exportar ni un comino
porque estamos colgando de un hilito de coser para no caernos del
mundo".
Oscar Vicente, de Pecom y presidente de IDEA, también afirmó
que las ventas externas argentinas dependen de la flexibilidad de los bancos para que
se decidan a hacer negocios con los exportadores. "Aunque Brasil mejore su
competitividad con el tipo de cambio, la Argentina todavía tiene margen para ganar
terreno. Es un margen del 20%, el porcentaje que el Estado les cobra de retenciones a
los exportadores, que debería eliminarse", reclamó.
Entre los
banqueros, el fantasma brasileño comenzó a hacer olas. Miguel Kiguel, del Banco
Hipotecario fue al grano: "Más allá del vaivén que tiene el real frente al dólar, el temor
es que Brasil tenga una fuerte crisis financiera, entre en recesión y bajen las
importaciones. Vamos a sufrir porque la Argentina le vende bienes durables y eso es lo
primero que se recorta".
La otra secuela que, desde la perspectiva de
los empresarios, dejó la salida de la convertibilidad fue el nivel de endeudamiento
privado. "El mayor logro de la devaluación fue que se rajaron 40.000 millones de
dólares", ironizó en estilo suelto Enrique Pescarmona, de Impsa.
Pero
no se quedó ahí. "Si desaparecen las grandes empresas nacionales, se nos caen 3
millones de puestos de trabajo", disparó poniendo el dedo donde más le duele al sector
privado: la ecuación de negocios que tienen, tras la devaluación, quienes habían
tomado créditos en el exterior y ahora deben devolverlo en dólares computando
ganancias en pesos.
Pescarmona cantó retruco: "Las empresas
endeudadas en dólares recibieron crédito porque eran buenas empresas y tenían
proyectos creíbles. Por ejemplo, si tenían un patrimonio de 100 millones de dólares y
debían 50 millones de dólares eran viables.
Pero resulta que 8 meses después
tienen un patrimonio de 140 millones de pesos y una deuda de 120% sobre ese
patrimonio. De golpe, se tornaron inviables no por culpa de las empresas sino por un
acto del Príncipe".
Fuente: Diario Clarín