Argentina no sólo puede jactarse de sus exportaciones de granos y carne vacuna, sino también de sus ventas de “moscas nucleares”, unos insectos irradiados con cobalto que utiliza para eliminar la principal plaga de su sector frutícola y que comercializa en países como España y Brasil. Cerca de 120 millones de estos poderosos insectos son producidos cada semana en una de las plantas situada en la provincia de Mendoza, donde después de criarlos se los irradia con cobalto antes de liberarlos al medio ambiente para impedir su reproducción.
En la planta, además, funciona un programa de asesoramiento a investigadores de países como Brasil y Sudáfrica, interesados en realizar el mismo proceso para erradicar la “mosca de la fruta”, la plaga más importante del mundo en un sector que para la Argentina representa exportaciones anuales por unos 500 millones de dólares.
“Le modificamos el sistema genital a las moscas macho aplicándoles radiación, lo que las deja estériles. De esta manera pueden copular, pero no hay reproducción. Esto hace que la plaga vaya disminuyendo”, explicó a EFE Miguel Ritacco, investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el organismo creador de esta iniciativa.
Una vez que los insectos son criados e irradiados con pequeñas cantidades de cobalto, son liberados al medio ambiente “en lugares donde hay posibilidad de plaga, pero al no haber reproducción, la cantidad de 'moscas de la fruta' desciende”, añadió Ritacco.
A partir de la implementación de este sistema, la plaga pudo ser controlada en Mendoza y en la Patagonia argentina, que produce la mayor parte de las peras y manzanas del país, y los investigadores estiman que en un futuro será totalmente eliminada.
Incluso, con la puesta en marcha de este programa, algunas zonas de las provincias argentinas donde se cosechan frutas fueron declaradas libres de esta plaga.
La producción de estas moscas, cotizada en unos 150 dólares por cada millón de insectos, se destina a la Patagonia, a las provincias de San Juan y La Rioja, y también se exporta al Brasil, donde se planea instalar una planta similar a la de Mendoza, y a la Comunidad Valenciana, en España.
Los resultados alcanzados por este programa sanitario de la CNEA merecieron que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) lo declarara “proyecto modelo”.
La plaga posee dos variedades: la ceratitis capitata o “mosca del Mediterráneo”, que llegó a la Argentina en la década de los años ’30 del siglo pasado desde Africa, y la anastrepha fraterculus, procedente de este país sudamericano.
Su control y eliminación permiten, además, abrir nuevos mercados para los productores, que sufren un perjuicio millonario por la existencia de la “mosca de la fruta” debido a las barreras sanitarias que establecen los países compradores.
“A partir de esta producción se comenzó a negociar con Chile y Estados Unidos. Y en abril viene una misión de China para gestionar nuevas exportaciones”, señalaron a EFE fuentes del Iscamen, el organismo que posee la planta productora de moscas.
Según Ritacco, los productores pierden hasta el 20 por ciento de su producción por esta plaga y, en países como Japón, se ven limitados a exportar un solo tipo de fruta, mientras que en Estados Unidos y Europa se exigen tratamientos de cuarentena para poder vender, que cuestan unos dos millones de dólares al año.
Los productores calculan, incluso, que cuando la plaga sea extinguida totalmente sus ganancias aumentarán, en total, en más de 30 millones de dólares anuales.
Fuente Diario Los Andes