Sostienen que en pocos años pueden duplicar el valor de la producción, el nivel de ocupación y las exportaciones de su sector. La mayoría son pymes de capital nacional, aunque también están algunas de las más grandes multinacionales. Trabajan en viejos galpones reciclados, oficinas del microcentro en diverso estado de conservación o relucientes pisos en Puerto Madero. Son los miembros del club de la industria del software, cuya materia prima es esa extraña mezcla de inteligencia aplicada, talento y creatividad. Una industria que nació en los 60 y que ya tiene peso y perfil propio (ver infografía). Un sector que apuesta al 'valor agregado' para crecer tanto en el mercado interno como en el internacional.
"Cuando no hay inversiones en maquinaria, es inteligente apostar al factor humano", dice Carlos Pallotti, titular de la Cámara de Empresas de Tecnologías de la Información (CESSI) y responsable local de Datastream, una empresa estadounidense. "Hoy movemos aproximadamente el 0,7% del PBI y podríamos duplicarlo en poco tiempo. Crecemos mucho más rápido que el PBI global y generamos importantes cadenas de valor. Además, la tecnología hace más competitiva al resto de la economía. Y esto es una tendencia mundial".
Y parece que estos argumentos pegaron en el Gobierno. El 9 de setiembre fue publicada en el Boletín Oficial la ley 25.922, una norma para el fomento específico del sector y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, anunció el "Plan Estratégico" —el primero salido de los Foros de Competitividad—, que incluye 30 medidas puntuales. Si se cumplen, en tres años el sector debería facturar 5.600 millones de pesos al año, ocupar a 50.000 personas y exportar 350 millones de dólares.
"El software es 100% valor agregado. Y la materia prima está en el país. Crecimos al ritmo de los emprendedores y cuando muchas de las grandes empresas extranjeras se fueron, nosotros nos quedamos. Por eso es importante el concepto de 'industria' porque nos permite reproducir los productos y competir de igual a igual", comentó Fernando Racca, titular de InterSoft, una empresa local con presencia en Estados Unidos. Respecto de la reciente y aún no reglamentada ley, Racca sostiene que "es un gran avance, antes convenía más producir afuera y vender aquí".
María Elena Barros, vicepresidenta de Sofrecom, sostiene que "la ley es un paso necesario para desarrollar el soft como industria, pero no es suficiente. Es importante que el Estado y el sector privado aúnen esfuerzos para capacitar el personal y abrir más mercados". Sofrecom es una compañía del Grupo France-Telecom y era "cautiva" de la telefónica. Cuando Telecom cambió de dueño, viraron la estrategia, se abrieron a otros clientes, jugaron fuerte a la exportación y aumentaron 80% la facturación.
Para Alejandro Villa, de la pyme local Top Group, "la ley sirve, porque tiene beneficios impositivos. Hay dudas por su reglamentación, pero la sanción marca que hay un compromiso político fuerte. Ahora falta el compromiso de los empresarios de producir con calidad y seriamente".
El pronóstico para la industria —coinciden grandes y pymes, nacionales y extranjeras, americanas y europeas—, es muy bueno. El tema, en todo caso, pasa por averiguar cual es el mejor camino para superar los obstáculos.
Neuronas y estrategia
La Argentina es el país mejor rankeado de la región para desarrollar una industria del software. Los ejemplos sobran. Meta4 (de origen español y que fue comprada hace poco por el francés Grupo Adonix), está especializada en software para RR.HH, tiene un departamento de desarrollo con 30 personas y exporta a Brasil, México y España.
Peoplesoft es una grande estadounidense que vende soft para empresas medianas y grandes como Toyota, Quilmes y Coto. Aprovechando las ventajas profesionales y el escenario económico del país, montó un laboratorio con 50 profesionales argentinos para exportar a Centroamérica, Europa del Este y Asia.
La rosarina e-ducativa está especializada en e-learning, y sus desarrollos de soft no sólo se usan en universidades e instituciones terciarias de la Argentina, sino que se usan, por ejemplo, en el Ministerio de Defensa español y la Fuerza Aérea y el Poder Judicial de Chile; o en la Universidad de San Francisco (USA), el Medcongress (Florida, USA) y la Junta de Aragón y Castilla.
Son ejemplos que se suman a los ya conocidos de IBM o Motorola, al Polo IT de Buenos Aires (70 empresas) y a los "clusters" de Córdoba, Rosario, Tandil, Mendoza, Neuquén y al trabajo pionero y de alta tecnología del INVAP en Bariloche, entre otros.
Claro está que para esta industria el mercado interno es insuficiente. La exportación aparece como el "mercado infinito". Pero frente a los 14.000 millones de dólares que vende India en software estandarizado, una "commodity informática" no tendría futuro. Hay que pensar otra cosa.
"La Argentina puede desarrollar productos de nicho, de porte mediano y orientado a la región. Tenemos mucho know how para productos de gestión empresaria a valores muy competitivos", sostiene Barros.
Según Villa, "no podemos hacer negocios en el exterior porque el dólar está 3 a 1. En este caso, el salario competitivo solo no alcanza. Debemos competir por calidad y producto, con valor agregado y dando otra visión posible". Y aseguró que con ese mecanismo vendieron un "antispam" en Estados Unidos cotizando un 30% por encima de otros competidores. "El mercado interno solo no alcanza. Las exportaciones son fundamentales para generar una industria de alta tecnología. En 10 años podemos estar exportando el equivalente al 1,5% del PBI", auguró Pallotti.
Por Oscar Martínez
Fuente Diario Clarín