En la última década, la actividad caprina adquirió más importancia y despertó el interés de organismos provinciales, instituciones, universidades y ongs, tanto en lo que hace a la investigación como a la difusión de las más eficientes técnicas de manejo, sanidad, reproducción, alimentación, industrialización de la producción y comercialización. Esto se debe al mayor retorno del capital por el alto valor agregado del queso de cabra y sobre todo porque existe un mercado regional e internacional insatisfecho y con una demanda alta por este tipo de lácteos. Los mercados de Europa, Nueva Zelanda, Australia, Malasia, Estados Unidos y los países árabes, reconocen el valor nutricional de la leche de cabra y sus derivados y son los mayores productores y consumidores. El europeo consume queso de cabra como un producto gourmet y lo relaciona con calidad y status.
Las oportunidades que se vislumbran para la exportación de este tipo de producto al mercado europeo se fundamentan en el crecimiento del consumo de productos naturales y artesanales, la denominación de origen y los precios atractivos, que oscilan entre 4 y 10 euros en góndola, de acuerdo con sus características.
En Argentina hay unos 100 establecimientos caprinos lecheros con distintos grados de avance e inversiones. Se encuentran ubicados, principalmente, en Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Catamarca, Salta, San Juan, Jujuy, San Luis, Santiago del Estero, Formosa, Neuquén y Río Negro.
Fuente Diario La Razón