En el Congreso de la Nación se está gestionando la sanción de una ley destinada a promover y agilizar los consorcios de exportación, particularmente útiles para empresas medianas y pequeñas, cuya participación en las ventas externas es extremadamente baja en relación con sus posibilidades y en comparación con lo que sucede en otras muchas naciones. Actualmente, 400 empresas concentran el 90% de las exportaciones nacionales, mientras que el 10% restante pertenece a varios miles de pymes, un tipo de empresa muy adecuado para insertarse en ciertos nichos del mercado internacional, particularmente en el ámbito latinoamericano. Esa inserción sería el primer escalón que les permitiría crecer luego hacia otros mercados del mundo y desarrollar nuevos productos y variadas tecnologías. Lo que se está tratando de lograr es la sanción de una ley que les permita fusionarse para ciertas actividades vinculadas con las ventas al exterior, lo que no impediría que cada una de las empresas mantuviera su individualidad.
Se trata de permitirles a ciertas pymes efectuar embarques unificados, contratar fletes a un solo nombre, adquirir insumos y servicios en común, para poder recuperar bajo un solo nombre la parte del IVA que les correspondería por la exportación, previamente pagada por esas compras. El consorcio así creado podría concretar ventas al exterior y también compras de insumos, para evitar de ese modo la multiplicación de gestiones, documentación y costos. Ninguna de las figuras legales que podrían usarse para efectuar actividades en común -sociedades anónimas, cooperativas, uniones transitorias de empresas o agrupación de colaboración empresarial, entre otras- reúnen los requerimientos que facilitan las operatorias mencionadas. Desde la década del 80 se ha perseguido este propósito mediante normas de menor jerarquía, pero por una razón u otra no se obtuvieron los resultados queridos. La conclusión es que se necesita una ley.
Los consorcios conforman un semillero de empresas exportadoras que mejoran la competitividad externa y reducen costos, sin sacrificio fiscal alguno. Entre las ventajas que proporcionan, se cuentan la concurrencia más ágil y de menor costo a misiones al exterior, a ferias y a exposiciones, así como la posibilidad de unir esfuerzos para invitar a importadores a visitar nuestro país y sus fábricas y para encarar la impresión de folletería.
Un programa de formación de consorcios de exportación estimulado por la Fundación Exportar y el Bank Boston ha permitido alcanzar una significativa expansión exportadora de los grupos consorciados, que superan con amplitud el porcentaje de aumento de las ventas externas globales del país, pese a que no figuraban, entre los productos exportados, ni la soja ni el petróleo, que son los renglones característicos de aquellas empresas que operan a escalas mayores.
Nuestro país está alcanzando un fuerte crecimiento exportador, pero ello se debe al aumento de los precios externos, no al incremento de las cantidades vendidas. Sin embargo, debido a la crisis energética, deberá prescindir -y no sólo ahora, sino también en el mediano plazo- de una parte de sus exportaciones de energía, a la vez que deberá aumentar sus importaciones. Incorporar a cientos de consorcios exportadores puede traducirse en un aporte interesante de las ventas externas en el mediano y en el largo plazo. La Argentina necesita de esta clase de contribuciones para insertarse mejor en el mundo.
Fuente Diario La Nación