En La Rioja arrancó un criadero de conejos que apunta al mercado doméstico y la exportación. Dentro de poco en los restaurantes de Europa se podrá degustar carne de conejo nacidos en el desierto riojano. Esto es porque la Municipalidad del departamento Arauco decidió encarar la producción de conejos en una granja comunitaria de la localidad de Aimogasta. Para ello el intendente Nicolás Martínez compró en un criadero de Pergamino, 20 hembras neocelandesas y diez machos californianos. Arauco, debido a sus condiciones de aridez, es el corazón de la olivicultura provincial y nacional.
"Por eso necesitamos diversificar la producción —comenta Martínez— y creemos que desde el Estado municipal podemos marcar un camino en ese sentido".
Previamente había recuperado para el Estado las instalaciones que una firma abandonó, transformándola en una granja comunitaria. Allí, bajo la sombra de un extenso techo de cañizo, instaló las jaulas construidas en la misma granja. "El gran desafío era el calor, porque aquí tenemos días de cuarenta y pico de grados" apunta Martínez. La solución surgió del ingenio humano: el mismo sistema de cañerías que se utiliza para dar agua jaula por jaula, se llevó a la altura del techo y colocándole aspersores de riego, se utilizó para humedecer el ambiente y bajar la temperatura del lugar. Y los conejos se rustificaron sin problema: no hubo ninguno enfermo ni muerto.
En la alimentación también se abarataron costos: al alimento balanceado se le comenzó a adicionar alfalfa que además se planta en la granja. Pero ahora intentarán otra innovación: siempre bajo la supervisión de un veterinario, se harán pellets de alfalfa, algarroba y chañar, árboles abundantes en la zona cuyos frutos son de gran valor nutritivo.
La expectativa de Martínez no es para menos: "el kilo de conejo vivo se paga actualmente 4,50 pesos. Pero luego de faenados también se aprovecha el pelo, el cuero y hasta las vísceras, para fármacos". Por lo pronto, los primeros animales faenados irán al hospital y a los comedores infantiles del lugar. Pero se siguen construyendo jaulas a toda prisa, porque los conejos se portan... como conejos: cada hembra dio a su vez entre siete y nueve gazapos y lo hace cada 45 días. Al llegar a los dos kilos y medio de peso, ya están listos para ser faenados en el frigorífico.
Pronto, cada pequeño productor olivícola del lugar recibirá veinte conejas y tres machos, que bajo la supervisión de la municipalidad, tratará de multiplicar. Y pronto también, se instalará un matadero debidamente aprobado por el Senasa.
"Un buen empaque y listos para exportar, se aprovechan las cámaras de frío de las empresas olivícolas. Ya hay contactos con el Viejo Continente, para utilizar las mismas bocas que tienen estas empresas allá. Inclusive con el mercado brasileño", se entusiasma Martínez.
Por Julio Aiub Morales
Fuente Diario Clarín