Se mire por donde se mire, el interior ha vuelto a ser protagonista en la economía argentina. Un dato para entrar en tema: según el Centro de Estudios Bonaerense (CEB), el año pasado, algunas economías regionales registraron aumentos en sus exportaciones de hasta un 50%, una tasa que más que triplica a la observada para todo el país para las ventas al exterior. Y no sólo se expande la mancha verde de la soja, que trasciende la Pampa Húmeda, o la producción ganadera por el estímulo que significó el levantamiento de las restricciones de algunos mercados compradores de carne. También crecen fuerte la producción de limones en Tucumán, de algodón en el NOA, del tabaco en Jujuy, los cítricos en Salta y la lana en La Patagonia. Repunta la forestación en Misiones, la vitivinicultura se afianza en Mendoza y San Juan, la minería pisa fuerte en Catamarca y San Juan. La pesca se recupera en Mar del Plata y se consolida en Puerto Deseado, mientras que el turismo brilla con luz propia en Calafate y Ushuaia.
En medio de esta geografía hay una provincia que sobresale del resto. Y no precisamente por abarcar a muchas de esas economías, sino por su ritmo de expansión y por constituir una buena síntesis de articulación entre las principales explotaciones y la actividad industrial. Es Santa Fe.
"Aunque es la cuarta economía del país en términos de producto, es la más interesante porque a diferencia del resto de los distritos nacionales, que tienen una producción concentrada en uno o dos productos, esta provincia tiene su producción más diversificada. Y esto es fundamental para tener presencia en los diversos escenarios mundiales y evitar ser rehén de los vaivenes de los precios internacionales de commodities", dice Carlo Ferraro, investigador de CEPAL.
Un informe de Fundación Mediterránea da cuenta de que el año pasado Santa Fe habría crecido a un ritmo mayor que la Argentina, de la mano del fuerte aumento de la producción de oleaginosas, la industria frigorífica y sus efectos sobre el resto de la economía. "La participación del Sector Agropecuario y de la Industria de Alimentos y bebidas en el Producto Bruto Geográfico (PBG) duplica la participación de esos mismos sectores en el PBI nacional", afirma Tulio Ceconi, de la mencionada fundación.
Un dato realza aún más el desempeño de la "bota" en el último año: según CEPAL, las inundaciones implicaron pérdidas equivalentes al 5% del producto. Y a pesar del peso de la soja en la economía provincial, que demanda poca mano de obra, en Santa Fe crece el empleo.
¿Provincia agropecuaria?
Para el ex secretario de Industria de la Nación y actual titular del CEB, Dante Sica, "hay un fuerte crecimiento de las exportaciones de las economías regionales orientadas al sector primario, principalmente porque estos productos son commodities y mantienen su valor en dólares. El caso más concreto es el de la soja, que en algunas regiones desplaza a otros cultivos o actividades".
Con todo, los analistas aseguran que el fenómeno de la soja, como monocultivo, no tiene que entenderse exclusivamente por el factor rentabilidad unitario del producto. Es la opinión, por ejemplo, de María Cristina Saucede, directora nacional de Planificación del INTA: "hay toda una tecnología subyacente que incluye a los proveedores de semillas, de fertilizantes de tecnología, que hace que la soja sea prácticamente un cultivo de rentistas. Un productor de soja decía hace poco que podía atender el campo con su celular desde Punta del Este, y esto no pasa con el cultivo de algodón o con un tambo".
Precisamente, la lechería es una de las víctimas de la soja: según datos de la gobernación santafecina, al 30 de junio del 2002 la provincia contabilizaba 3.400 tambos y un año después la cifra se había reducido a 2.739. La producción ganadera también sufrió en carne propia el embate sojero, a pesar de un aumento en el interés de los productores, por la recuperación de algunos mercados externos de la carne. En el 2002 las existencias de animales vacunos sumaban 3.339.334 cabezas y en el 2003 el número había caído a 3.033.065.
Claro que las estadísticas también acusan el impacto de las inundaciones. Un trabajo de CEPAL de junio pasado destaca que el desastre hídrico habría "reducido la cantidad de ganado vacuno en 5%", con pérdidas directas estimadas en 145,5 millones de pesos en animales y pasturas.
Para la Fundación Mediterránea, la producción de granos en la campaña 2002/2003 en Santa Fe aumentó 8,5%, mientras a nivel nacional la suba fue de 3,1%. Lo curioso es que en ese lapso la provincia redujo en algo más del 6% la superficie dedicada a la agricultura. Esto habla de una mayor productividad frente al resto del país.
Víctor Trucco, presidente de la Asociación Argentina de Siembra Directa, con sede en Rosario, cree que la diferencia está en "el gran impacto de la transformación tecnológica agrícola de la siembra directa y la adopción de la biotecnología. Esto hizo que el boom de precios de la soja encontrara a la producción con una tecnología de muy alta productividad".
Sinergia y productividad
"A juzgar por la distribución del Producto Bruto Geográfico (PBG), Santa Fe no parece una provincia agropecuaria", dice Rubén Ascúa, director de Fundación Potenciar de Rafaela. Según cifras oficiales, en el 2002 la agricultura y la ganadería sumaron 4.205 millones de pesos sin IVA al PBG, mientras que la industria aportó 5.235 millones. Y en 2003, según la Fundación Mediterránea, la industria manufacturera en esta provincia, que recordemos no posee promoción industrial, habría crecido por encima del 13%.
De todas formas, Santa Fe parece haber superado algunas de las antinomias del pasado. En efecto, una serie de sinergias entre el sector público y el sector privado y entre el campo y la industria, aparece como una de las fortalezas distintivas de la provincia. "La industria aceitera percibió tempranamente la oportunidad que representaba la soja, y supo aprovechar los cambios estructurales en la economía de los 90 y anteriores, como la autorización para construir puertos privados", afirma Trucco.
La de maquinaria agrícola es otra pata de la industria beneficiada con el boom de la soja.
"Las buenas cosechas, que superaron las de años anteriores, hicieron posible que nuestras ventas crecieran 60% el año pasado", dice, desde Las Parejas, Carlos Castellani, presidente de Apache S.A. Según estimaciones del mercado, el año pasado las ventas de maquinaria agrícola en el país habrían crecido 30% con relación al 2002. Y una buena parte de las empresas que fabrican esos bienes está radicada en Santa Fe.
Pero, además, en el Area Industrial de Las Parejas funcionan algunas cadenas de valor y desarrollos de proveedores, con impacto directo en la generación de empleo. "El año pasado trabajamos al 100% de la capacidad instalada y debimos incrementar la dotación de personal en algo más del 20%", cuenta Edgardo Capisano, vicepresidente de Acerías 4 C, una Pyme de Las Parejas, que produce válvulas y piezas de acero para maquinaria agrícola.
La concentración suele ser ponderada por los economistas porque ayuda a bajar los costos de producción y transacción. Y muchas veces se transforma en un puente que acerca las empresas a las universidades u organismos públicos especializados, en procura de fórmulas de innovación y mejoras competitivas. Castellani cuenta que desde hace tiempo la firma tiene un fluído contacto con el INTI y con algunas universidades tecnológicas, y con el INTA llegaron a desarrollar la intersembradora "Inta-Apache" .
Con todo, y más allá de su tradición tuerca y del digno representante en el fútbol de primera, es Rafaela la ciudad que acapara la atención en esto de la integración y las sinergias. "Es la niña bonita de los municipios argentinos en materia de desarrollo industrial y complementación entre sectores productivos. Aquí empresas e instituciones hablan en el mismo idioma y si no hay entidades que actúan de 'traductores', además hay baja conflictividad social y gremial" dice Ferraro, de CEPAL.
Tal vez el conjunto de estas razones expliquen por qué esta ciudad aloja desde hace más de 40 años a dos fabricantes de válvulas para automotores de prestigio mundial, como Basso y Edival. "El entramado interinstitucional ayuda a que las empresas se mantengan actualizadas en la búsqueda de mercados. Se suman la acción del municipio, el Centro Comercial e Industrial y las instituciones educativas de todos los niveles, que son especialmente importantes ya que nos brindan recursos humanos capacitados", afirma Oscar Molinero, vicepresidente de EDIVAL, empresa que el año pasado aumentó sus ventas un 25% y debió tomar cien nuevos empleados.
Por Nino Fernández
Fuente Diario Clarín