Luego de más de tres años de trabajos, más de 200 técnicos participando en la elaboración, reuniones con los productores, y la coordinación del INTA Regional Cuyo, a principio de enero de 2004 se puso en marcha el Plan Nacional Vitivinícola. El plan estratégico apunta, entre otras cosas, a lograr incrementar la presencia de los vinos argentinos en el exterior y aumentar el consumo interno.
Según el ingeniero agrónomo Enrique Thomas, presidente del Instituto Nacional Vitivinícola, luego de que se cerrara el borrador definitivo del plan “se buscó la creación de una ley, ya que todo el sector vitivinícola, en especial el privado, tendrá que aportar para juntar los fondos necesarios para cumplir con los tres objetivos básicos que fijó el plan”. Estos tres objetivos son:
1) Promocionar las exportaciones de vinos argentinos en el mundo.
2) Promoción en el mercado interno en busca de incrementar el consumo.
3) Integración, horizontal y vertical, de los pequeños productores vitícolas.
En este último punto, Thomas afirmó a Infocampo que “se sumó a los pequeños productores dentro de uno de los tópicos estratégicos del plan porque corren el serio riesgo de quedarse afuera de este esquema exitoso que presenta en la actualidad la vitivinicultura en la Argentina”.
Apoyo nacional
La novedad que presenta el plan es que cuenta con el apoyo de una ley. Según el funcionario mendocino, “es inédito en la Argentina”.
La ley era un paso necesario para establecer la forma en que se realizaría el aporte obligatorio de todo el sector vitivinícola (desde la elaboración de vino, pasando por la de mosto, pasas de uva, hasta la preparación de uva en fresco). Para ello, se reunieron los legisladores de la región de Cuyo, que elaboraron un proyecto que luego fue elevado al Congreso Nacional. El proyecto se convirtió en ley y estableció que para este año los aportes del sector tendrán que alcanzar para formar un fondo de 7 millones de pesos, el cual se irá incrementando hasta alcanzar los 12 millones de pesos en el 2008.
Según Thomas, la aprobación de la ley “era fundamental para conseguir los fondos necesarios para poder llevar adelante las políticas de promoción que establece el plan”. Y finalizó afirmando que “éste era el único camino para que el Plan Vitivinícola Nacional no se convierta en una utopía”.
La expectativa de Thomas parece ser muy simple. “Hoy somos el 1% de las exportaciones mundiales de vino, y nuestra meta es que para el 2020 las ventas al exterior signifiquen 20% del comercio mundial de vinos”.
Para eso, el razonamiento del titular del Instituto Nacional de Vitivinicultura es muy simple: “Primero, tenemos que dejar de vender marcas para comenzar a vender vino”. “Tenemos que dejar de salir al mundo de manera dispersa y empezar a presentarnos bajo una marca país que signifique ‘vinos de la Argentina’ y, segundo, debemos ser más ordenados como país para poder transmitir una cultura de seriedad a los mercados externos”.
Recategorización de etiquetas
Otro cambio de rumbo que impuso Thomas al frente del INV fue el de “sincerar” las etiquetas, tanto para aquellos destinos al mercado externo como para los del mercado interno. Según el funcionario, el cambio “fue muy importante porque, en realidad, la industria había imaginado diversos términos que se fueron desvirtuando con el tiempo y tuvieron como consecuencia que el consumidor comprara un producto que, en la realidad, no devuelve esa calidad que compraba”.
A partir de las modificaciones impuestas, “los vinos de la cosecha 2004” solamente podrán especificar en los marbetes el producto (vino), la característica cromática (blanco, tinto, rosado); si son genéricos o con variedad y, desde la sanción de la ley de denominación de origen, la opción de poner el origen de los mismos (siempre que cumpla con los requisitos de la ley). Esta medida significa la desaparición de los términos vino “fino” y “de mesa” para el mercado interno.
Fuente Diario InfoBae