Hasta hace poco, la floricultura era una actividad destinada exclusivamente al consumo interno. Pero en los últimos dos años la renovada perspectiva exportadora del país abrió nuevas posibilidades e impulsó a los productores locales a buscar espacio en el mercado internacional. El mercado de las flores giraba en torno de la importación, desde países como Ecuador y Colombia, los referentes más destacados. Pero, desde la devaluación, el precio de la flor argentina permite un nuevo campo de acción en el exterior que, en el 2003, se tradujo en este número: U$S 99 millones en ventas. Variedades
Las flores que se exportan son, casi en un 90%, rosas, claveles y gladiolos. Y se cultivan en viveros de Buenos Aires, Entre Ríos y la Patagonia. Los principales puntos de partida son La Plata, Escobar, Bariloche, El Bolsón y Cipolletti.
Los lugares de destino para las flores argentinas son, principalmente, Miami y Milán. En ambos casos se trata de grandes mercados de distribución que permiten una mayor inserción en los Estados Unidos y la Unión Europea. También se realizan exportaciones directas a Brasil, Chile, Uruguay, España, y Japón.
Aunque parezca increíble, un ejemplo exitoso ha sido la venta de bulbos de tulipán cultivados en El Bolsón con destino a Holanda, el país de los tulipanes. El año último partieron para ese país 3 millones de bulbos. Otra particularidad: una nueva variedad de rosa negra con tallo sin espinas, que es una combinación genética que se produce en Cipolletti y se exporta a Milán.
"La Argentina está demostrando que tiene amplias posibilidades de competir con países como Venezuela en cuanto a la calidad y precio. Además, contamos con la ventaja de la contratemporada respecto de países del primer mundo, que buscan especies todo el año", señaló Horacio Fernández, vicepresidente de la Cámara de Exportadores e Importadores de Flores, Plantas y Afines.
Fernández explicó que la exportación muestra un crecimiento promedio del 44% anual. La Cámara informó que mensualmente se exportan 80.000 docenas de claveles, 25.000 docenas de gladiolos y 38.000 docenas de rosas. Según fuentes del sector, en el período 2002/2003 salieron del país 1.500.000 de docenas de rosas, 400.000 docenas de claveles y 180.000 docenas de gladiolos. Las exportaciones se concretan 6 meses al año, de enero a abril y en octubre y noviembre.
Zonas
El cultivo de flores se realiza en invernaderos, requiere de un cuidado especial y el 90% de las explotaciones son pequeñas y medianas. Ocho de cada diez productores está en la provincia de Buenos Aires. En la Argentina ya son casi 1.500.
El ingeniero Eduardo Menan se dedica desde hace años a promover, junto con otros 200 productores, la asociatividad a la hora de exportar. "La floricultura encabeza la lista de actividades que pueden contribuir al crecimiento económico", asegura.
"Existen otros países, como Sudáfrica, Nueva Zelanda, Perú y, por supuesto, Colombia en los que la floricultura tiene verdadero peso en sus economías. La Argentina también puede convertirse en uno de ellos", pronostica Menan.
La asociatividad ya logró sus primeros resultados auspiciosos: hace pocos meses se enviaron con éxito gladiolos a Dallas desde Corrientes.
Precios
Un productor de flores que piense en exportar deberá considerar que, para comenzar, será necesaria la construcción de al menos dos invernaderos (la superficie mínima es media hectárea, y llega hasta 7 hectáreas) y de instalaciones específicas para riego por goteo y para calefacción.
Al menos durante el primer año habrá que invertir. El monto, cercano a los U$S 50.000. Las estimaciones indican que a los dos años y medio ya se estará recuperando la inversión.
Las flores se venden por docenas: "gruesa" (12 docenas) y "media gruesa" (seis docenas). Por caso, la "gruesa" de rosas se cotiza a U$S 32. A ese monto habrá que sumarle el seguro y el flete, por lo que en Milán (si ese fuera el destino) costará U$S 43.
Sincronización
Desde que se realiza el corte de la flor hasta que llega al lugar de destino no pueden pasar más de 26 horas. Es el tiempo necesario para que la flor no registre alteraciones y pueda ser vendida en las mismas condiciones que en origen.
Para ello se apela a un packaging especial, con un termonylon que le permite a la flor "respirar" hasta su destino.
Luego del corte, el proceso sigue con el acarreo a la planta, la selección, su ubicación en cajas y su transporte a cámaras de frío.
Las cajas son llevadas a contenedores acondicionados, que mantendrán el producto a baja temperatura durante el trayecto en avión. Una vez que la flor llegó al lugar de destino, durará entre 15 y 18 días antes de marchitarse.
Por Ivan Damianovich
Fuente Diario La Razón