Seis proyectos en diversos sectores se están preparando para salir al exterior. La fase más importante es el fortalecimiento de la confianza.
“Si una empresa no es competitiva localmente, es mejor que no haga esfuerzos en exportar“, dice Alejandro Siles, consultor del Proyecto Formación de Consorcios de Exportación, que está a cargo del Instituto Italiano de Comercio Exterior (ICE) y la Cámara de Comercio de Lima (CCL), y es financiado por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi). Un consorcio de exportación propone la reunión de empresas para realizar negocios. ¿Es la asociatividad la única forma de que las pequeñas empresas puedan llegar a mercados extranjeros?
Siles está convencido de que por más que quieran, las PYME no pueden salir solas. Por eso, en mayo se realizó en la CCL un taller que propuso la formación de consorcios. Participaron más de 40 empresas, y de todos los proyectos presentados se aceptaron seis. Estas empresas pertenecen a los sectores de desarrollo de software, productos naturales, joyería, muebles, textiles y conductores eléctricos. En agosto comenzaron a trabajar juntas y se espera que en máximo ocho meses ya estén exportando.
¿Qué ventajas tiene un consorcio de exportación? Integrar un consorcio hace a las empresas más atractivas ante un cliente del exterior, porque la combinación de productos logra más volumen y es más diversa. También si el consorcio quiere promocionarse participando en una feria, el costo es menor, porque se divide entre los participantes.
La metodología aplicada en el proyecto tiene cinco fases. Luego de fijar la idea central, lo más importante es el desarrollo de la confianza. Y no es sencillo lograrlo. Siles menciona que en algunos casos ya algunas empresas se habían asociado antes para trabajar juntas, pero han tenido que replantear las maneras, pues se habían formado sin un norte aunque con bastante entusiasmo. “Ese entusiasmo lo estamos revirtiendo hacia acciones generadoras de negocios”, sostiene. La mayoría de grupos se encuentra en esta etapa: fortaleciendo sus lazos. Lo que sigue es el desarrollo de actividades piloto y de planes de exportación. En el último tramo se constituirá formalmente el consorcio y se contratará a un gerente para implementar el plan. “No es un programa asistencialista, sino de desarrollo de habilidades y fortalezas que hagan sostenible al consorcio “, dice Siles.
Los seis grupos formados cumplen tres elementos básicos para convertirse en consorcios: tener un producto exportable, tener voluntad de dedicar tiempo a la labor grupal y estar en capacidad de realizar inversiones.
Carlos Yamashita, consultor del proyecto, dice que con la metodología, los consultores solo inducen a la toma de decisiones. En ningún momento interfieren en la relación que logran las empresas. “Son ellos mismos los que indican la ruta”. Cuando culmine la asesoría, la idea es que las empresas sepan cómo continuar solas. Finalmente, qué tan rápido salgan al exterior y qué tan poderosa sea su oferta depende del grupo humano. “Los productos no se venden por sí mismos, sino por las personas que están detrás”.
En Puntos
– El proyecto también cuenta con apoyo estatal. Participan el Ministerio de la Producción, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo y Prómpex.
– El año pasado las pequeñas y medianas empresas exportaron un total de US$420 millones, lo cual representó solo un 2,4% del valor vendido al exterior.
– En América del Sur, Onudi aplica el proyecto de consorcios de exportación solo en Uruguay y Perú. Desde hace cinco años se aplica en países de Asia, África y Medio Oriente.
– El segundo curso para la formación de consorcios de exportación se realizará en el Cusco del 20 al 27 de noviembre y está dirigido a toda la macrorregión sur. Mayores informes en la Cámara de Comercio del Cusco: (084) 24-0090. El Comercio
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