“Think Global, Act Local“, años después de que esta expresión haya hecho fortuna en la literatura empresarial y haya sido un elemento de referencia para muchas empresas (aparentemente sólo para las grandes empresas), el mundo ha cambiado a tal velocidad que en lugar de ser un “consejo” para conseguir proyectos empresariales de éxito se ha convertido en un “imperativo” para empresas de todo tipo de tamaños.
Ya no es suficiente con pensar globalmente para actuar localmente sino que es imprescindible pensar estratégicamente para competir globalmente y de esta manera intentar asegurar que la actuación local sea altamente efectiva y aporte valor añadido sea cual sea el lugar del mundo en el que se desarrolla simultáneamente.
La alta dirección de cualquier empresa es la responsable del diseño y elaboración de las estrategias del negocio y entendemos que actualmente la internacionalización es uno de los elementos clave en dichas estrategias. Las empresas que desean ser altamente competitivas, sea a nivel local o global, deberán desarrollar el negocio más allá de su ámbito geográfico inmediato.
Internacionalizarse es una potente posibilidad para crecer, pero es un camino más complejo, que requiere y exige muchos esfuerzos tanto económicos como personales. Nuestra experiencia nos ha enseñado que solamente hay una forma de hacerlo, esto es, estratégicamente. En pleno siglo XXI no se trata ya de ser un aventurero, todavía hoy algunas empresas que inician proyectos en China lo hacen simplemente cogiendo aviones (a la auténtica aventura) y al cabo de muchos meses siguen yendo y viniendo… aunque para descubrir oportunidades en otros lugares del mundo quizás sí deberemos conservar un cierto espíritu aventurero.
La empresa debe estudiar sus límites presentes y futuros, debe saber dónde y con quien compite actualmente y anticiparse a lo que ocurrirá en el futuro, es decir, leer muy bien el entorno (global). Es necesario saber cómo funcionan los diferentes mercados (dónde están los consumidores, qué quieren, cuánto están dispuestos a pagar), cómo se han ido estructurando los sectores productivos (dónde se fabrica y cómo y dónde se compra, quien lo hace) y qué zonas del mundo están cambiando a mayor velocidad y emergen como nuevos actores del panorama mundial. Hoy en día, cuando alguien analiza un sector – por ejemplo según M. Porter – ya no encuentra prácticamente ninguna fuerza que se mantenga a nivel local (incluso las barreras de entrada en un mercado varían en función del origen de la inversión).
Cuando la internaciona-lización de la empresa no se recoge dentro del plan estratégico ni se le asignan los recursos (inversión) ni los esfuerzos suficientes, no se dedica tiempo a la toma de decisiones ni se busca un asesoramiento adecuado, es probable que el proceso no concluya con el éxito esperado. Para minimizar riesgos deberemos definir bien qué queremos hacer, dónde queremos actuar y para qué acudimos a un mercado alternativo.
Siendo así, solamente definiendo muy bien la propia identidad (quiénes somos) y a dónde se quiere ir (visión) podremos luego ordenar toda la información para establecer nuestra verdadera misión y tomar decisiones la estraté-gicas adecuadas. Las decisiones “internas” y su desarrollo no son baladíes: cómo deberemos organizar-nos, preparar a nuestra gente, etc, etc, etc. No se trata de crear un “departamento de internacional” sino de conseguir desarrollar un proyecto empresarial que piensa, respira y actúa internacionalmente, que tiene una estrategia de internacionalización.
Jordi Garriga y Víctor Camacho, Socios consejeros de Lexsor Consultoría Estratégica Internacional. Comunicación Empresaria – Intenacionalización de la Empresa
Deja un comentario
Disculpa, debes iniciar sesión para escribir un comentario.