El año pasado, Argentina exportó alfajores a 38 naciones. Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil absorbieron la mayor parte de los envíos. Es favorito entre las golosinas y crece con versiones para todos los gustos y bolsillos. Ese bocado formado por al menos dos galletitas unidas por dulce de leche y con una cobertura de chocolate, es uno de los productos con puro ADN argentino. Según la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), envía entre el 6% y el 10% del volumen producido hacia más de 30 destinos. Los principales compradores son Chile y Uruguay. Sin embargo, la participación en ferias alimentarias ya lleva a esta debilidad argentina a otros mercados.
Ricardo Lorenzo, gerente de Gestión de la Asociación Distribuidores de Golosinas y Afines (Adgya), sostiene que el alfajor “es una de las categorías que mayor crecimiento percibió en los últimos años en el país”.
El alfajor es un producto con una marcada diversidad de precios, dependiendo de su tamaño y marca. “Participan grandes corporaciones como Arcor y Kraft Foods, pasando por las medianas compañías, como Jorgito o Guaymallen, que lideran el mercado. Se suman pymes como Dielo, La Nirva, Goloalfa, Vimar y Vauquita, por citar algunas. Además, hay que mencionar la presencia de grupos regionales y artesanales como Havanna, Cachafaz, Plan B y Don Salvador, entre otras”, agrega Lorenzo.
Marca registrada
En el país, se consumen cada día más de seis millones de unidades, afirma Copal. Se distinguen tres grupos: los alfajores regionales, presentes en los puntos turísticos del país y , en muchos casos, elaborados por empresas familiares (casi todas las provincias argentinas tienen un alfajor autóctono). En su mayoría llegan al mercado con puntos de venta propios.
Por su parte, los alfajores industriales son elaborados con equipamiento tecnológico que garantiza homogeneidad en la producción y ausencia de la manipulación de personal. El target: el consumo masivo.
Por último, están los alfajores premium, que, con un packaging más elaborado, apuntan a un sector socioeconómico alto. “Para nosotros, este es un año muy bueno, tenemos un producto de calidad con buen precio”, sostiene Hugo Basilotta, vicepresidente de Guaymallen, en diálogo con Pyme. La firma produce 1,6 millón de alfajores por día en sus dos plantas en Capital Federal. “No damos abasto con el mercado local, por eso decidimos no exportar”, dice Basilotta desde la empresa familiar que tiene casi 70 años y 200 empleados.
Según datos del Ministerio de Agricultura, las exportaciones de alfajores de 2011, alcanzaron las 4.100 toneladas, por las que ingresaron al país casi 15 millones de dólares FOB. El precio promedio de exportación fue de u$s 3.602 por tonelada. Respecto a 2010, estos valores significaron una disminución en volumen y en valor del 23% y 2%, respectivamente. En 2011, se exportó un 17% más que en 2006 y un 488% más que a principios de la década de 2000.
Los sabores afirman las regiones y caracterizan las costumbres y la historia de los países. Con casi 140 años de vida, el alfajor es fiel representante de ello. Por Daniela Villaro. El Cronista