El año 2009 ha sido extremadamente particular para el flujo de comercio internacional de las empresas que operan en la Argentina; la crisis global afectó radicalmente el escenario en el que éstas operan. Se asegura que el comercio internacional ha caído un 10%, y esto impacta decisivamente en el conjunto de las operaciones comerciales desarrolladas desde nuestro país. En materia de exportaciones, sin embargo, una observación precisa permite encontrar algunas interesantes noticias sobre la reacción de las empresas argentinas ante este fenómeno. A simple vista, es verdad, se advierte un descenso de las ventas de bienes de empresas argentinas al exterior de entre un 20 y un 25 por ciento. Incluso, si medimos las exportaciones no ya por las sumas de divisas obtenidas por las empresas en sus ventas al exterior, sino por las toneladas despachadas (las unidades físicas enviadas al mundo) advertimos un descenso de casi un 20% en esos volúmenes; pero un promedio puede ser una injusticia.
Las exportaciones de empresas que operan en la Argentina se componen de productos primarios y de productos manufacturados. Las exportaciones de bienes manufacturados y procesados de origen agropecuario, sumadas a las de productos industriales, representan alrededor del 70% del total vendido al mundo, mientras que las de los primarios agropecuarios significan menos del 20%. Ahora bien, la gran caída de las exportaciones argentinas en 2009 se ha producido en los productos primarios. La muy mala cosecha del último ejercicio ha hecho descender en alrededor del 40% las ventas de estos productos, tanto en el ingreso de divisas por esas ventas como en las toneladas despachadas.
Las ventas externas de los manufacturados de origen agropecuario han descendido alrededor del 10%; pero si medimos las toneladas despachadas (unidades físicas o exportaciones medidas en volumen), y no ya el ingreso de divisas por sus ventas, encontramos que la caída es de alrededor del 4% solamente. Y más aun, si excluimos de este complejo de MOA los aceites y las harinas -también fuertemente influidos por la cosecha-, nos encontramos con un crecimiento de volumen físico y toneladas exportados de más del 1,5 por ciento. Se trata de un relevante conjunto que incluye productos de molinería, preparados de frutas y hortalizas, líquidos alcohólicos y vinos, lácteos, preparados de carnes, pescados procesados, dulces, golosinas y productos de confitería, etcétera.
Por otro lado, si echamos un vistazo a las ventas externas de productos industriales (que incluyen químicos, plásticos, automóviles y vehículos de transporte, productos de la siderurgia, autopartes y otras maquinas, equipos y aparatos), concluimos que el ingreso de divisas por esas operaciones ha descendido un 7%, pero al excluir el efecto de los precios, se descubre que los volúmenes físicos despachados han crecido un 5 por ciento.
Esto es: hay un enorme conjunto de empresas argentinas que ha absorbido el descenso de precios y ha mantenido la intensidad de sus vínculos comerciales con el mundo. Son empresas, además, que exportan los productos con mayor valor agregado y con mayor manufacturación; alimentos elaborados o productos industriales. Son empresas que han roto antecedentes que mostraban que, ante una crisis de demanda, las compañías argentinas se retraen en sus vínculos comerciales con el mundo, y han respetado sus espacios en el escenario comercial global.
La gran mayoría de ellas son medianas o aun pequeñas si las medimos con estándares internacionales, aunque en nuestra economía doméstica tengan cierta envergadura. No compiten por economías de escala o por volumen, ni por menores costos que permiten mejores precios; compiten por otras características singulares. En verdad, responden a las cualidades de la gran mayoría de los exportadores argentinos.
Adviértase que, de alrededor de 14.000 exportadores con los que contamos en nuestro país, la cantidad de empresas exportadoras que generan más de 1000 millones de dólares por año no llega a 20, y el número de los que exportan más de 100 millones de dólares por año no alcanza los 100. Son muchísimos los que se encuentran en el gran conjunto de exportadores medianos, o aun pequeños. Y muchos de ellos han respondido a las pruebas nuevas aun ante peores números.
Puede aseverarse que la crisis no afectó a todos por igual y que no todos han respondido del mismo modo, más allá de la general disminución de exportaciones por la menor facturación de las compañías exportadoras en la casi totalidad de los casos, y de que es indiscutible que no pocos sectores han descendido en su relacionamiento internacional en 2009.
Pero muchos han mantenido sus posiciones aun ante esas peores condiciones, dentro del marco de lo que John Kay llama arquitecturas de vínculos, en las que la confianza (vínculos relacionales, que son más importantes que los contratos legales) ha quedado a salvo y han generado un nuevo piso para competir ante la recuperación.
De acuerdo con el diccionario de nuestra lengua española, "crisis", que proviene del vocablo griego krinein (juzgar), significa un cambio, favorable o desfavorable, que sobreviene a una enfermedad, pero también, en otra acepción, significa un momento decisivo en un negocio. Para quienes hayan sabido mantener sus atributos, sus vínculos comerciales y su capacidad de operar más allá de las malas noticias, ya están apareciendo buenos desafíos y oportunidades propias de momentos con nuevos marcos de referencia.
Por Marcelo Elizondo. El autor es director ejecutivo de la Fundación Exportar. Suplemento Comercio Exterior, Diario La Nación.