El consumo de productos orgánicos ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos años en todo el mundo. Entre ellos, el vino figura entre los principales, con una demanda cada vez mayor. Es por eso que resultó interesante una reciente reunión efectuada en la provincia de Mendoza, de la que participaron importadores europeos, americanos y representantes de bodegas locales. En los últimos años, a nivel mundial ha recrudecido la tendencia de la población a volcarse por el consumo de alimentos orgánicos. En ese esquema, para la provincia constituye un hecho importante, porque uno de los principales productos exportables es el vino (y en menor medida el mosto) y ya existe una incipiente industria canalizada hacia ese objetivo.
Por ese motivo, resultó interesante la realización de un encuentro, organizado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación, de la que participaron los importadores más importantes de vino y mosto orgánico de Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil y Dinamarca, con representantes de más de 30 bodegas locales.
El fuerte crecimiento de la vitivinicultura orgánica motivó que en 2006 la Unión Europea impulsara un proyecto destinado a la investigación del mercado consumidor, industrialización y producción de vinos orgánicos. Los resultados y las conclusiones fueron la base que tomaron algunos países para establecer las regulaciones en el procesamiento del vino orgánico.
El estudio, realizado en Italia, Francia, Alemania y Suiza, tuvo por objetivo identificar las actitudes y expectativas de los consumidores hacia los vinos orgánicos y concluye que, en los casos estudiados, el vino no sólo tiene una imagen positiva en lo que se refiere a la producción de uvas y el proceso de elaboración, sino que también es percibido como más saludable, en comparación con los vinos tradicionales.
La elaboración de vinos orgánicos comenzó a implementarse en la década de 1950 en Suiza y Alemania, con el impulso de un grupo de pioneros que decidió aplicar los principios de la agricultura orgánica a la producción de viñedos, aunque el mayor impulso en el mundo comenzó a darse desde 1985.
Hacia fines de 2006, una investigación del instituto específico determinó que eran más de 95 mil las hectáreas cultivadas en Europa con viñedos destinados a vinos orgánicos, lo que determinaba un 2,3 por ciento del total de viñedos en ese continente, siendo los principales productores Italia, Francia y España.
En el mundo, el cuarto lugar estaba ocupado por Estados Unidos y, mucho más lejos, aparecía Turquía. Chile y Austria figuraban luego, con menor cantidad de hectáreas.
En nuestro país, a principios del año pasado Mendoza contaba con 221 productores orgánicos, con mayor presencia en San Juan y Mendoza y con algunas plantaciones en Catamarca, Salta, Neuquén y Río Negro.
Un estudio realizado por el Senasa, permitió determinar que en 2003 el volumen de vino orgánico argentino vendido a la Unión Europea sumaba apenas los 500 mil kilos y sólo cinco años más tarde, en 2008, el país exportó hacia el viejo continente más de 3,5 millones de kilos en volumen de vino orgánico, lo que da una pauta del crecimiento alcanzado.
En ese esquema, vale también señalar que Estados Unidos se está posicionando últimamente como un fuerte comprador de ese tipo de productos, a quien se suma ahora la aparición de Brasil, con fuertes intenciones de importar, mientras en el horizonte comienzan a aparecer las compras por parte de importadores japoneses.
Otro aspecto interesante que muestra el estudio está dado en el hecho de que, si bien algunas bodegas importantes se han volcado hacia la producción de orgánicos, en su gran mayoría la producción surge de bodegas boutiques y de pequeños emprendimientos que han encontrado ese nicho de mercado, el que por el momento no ha sido afectado por la crisis internacional que produjo una baja en el consumo del producto tradicional.
Por los motivos señalados, surge más que interesante la iniciativa de la secretaría nacional, destinada a acercar a los importadores a los productores, en razón de que estos, además de ampliar sus conocimientos sobre las exigencias del mercado, también tienen oportunidad de discutir las posibilidades de exportación y las perspectivas comerciales en el mediano y largo plazo.
Sucede que son las pequeñas bodegas las que menos posibilidades tienen de participar en las ferias internacionales o de conocer las expectativas de los mercados y sus exigencias y la ronda de negocios que se realizó días pasados constituyó una inmejorable oportunidad para conocerlos. Diario Los Andes