En las ventas externas argentinas los bienes de alta tecnología representan apenas 2% del total, y en ese pequeño pero estratégico grupo se encuentran los productos medicinales. Con ventas al exterior que el año pasado ascendieron a US$ 510,8 millones, el sector de los laboratorios en el país es uno de los principales en América latina. A diferencia de países como Brasil y México, en los que predominan las empresas multinacionales, el peso de los laboratorios de capital nacional es mayor: mientras en Brasil la participación de las multinacionales llega a 75%, en la Argentina las empresas de capital nacional son responsables de la mitad de la facturación. En 2007 las ventas totales en el país superaron los US$ 2.600 millones, y 52% provino de laboratorios nacionales.
La industria farmacéutica, que se desarrolla en las primeras décadas del siglo 20, cuenta con 110 plantas industriales, de las cuales más de 90 son de laboratorios de capitales nacionales. Por años el sector se concentró en el mercado interno, sólo una minoría exportaba, pero con la contracción de la demanda a fines de los 90 y la crisis de principios de siglo se aceleró el diseño de una política exportadora.
“Caían las ventas en el país, y a la vez, parte de los laboratorios necesitaba recursos para adecuar las plantas a los estándares internacionales de calidad, por lo cual buscaron otros mercados a los que dirigir la producción. Por otra parte, hay laboratorios que exportan desde hace más de 20 años, y el incremento en las ventas refleja el trabajo que realizaron para acceder a nuevos mercados, instalar filiales en el exterior y posicionar sus marcas”, explica Jorge Cassará, presidente de la Cámara Empresaria de Laboratorios Farmacéuticos (Cooperala), que reúne a unas 100 empresas de capital nacional. También agrega que “llegar a mercados en el exterior es una necesidad para todos, porque en el mercado interno, por su tamaño reducido, no es posible recuperar las inversiones que hacen las empresas”.
Las exportaciones crecieron 92% entre 2003 y 2007, y el objetivo de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (Cilfa), es llegar a US$ 700 millones para 2011. “El crecimiento de las ventas al exterior es sustentable, no es una salida coyuntural. Hay un compromiso empresario por desarrollar nuevos mercados, y Cilfa ha presentado al Gobierno un plan para la industria que también contempla el fomento a las exportaciones”, señala Eduardo Franciosi, director ejecutivo de la cámara. A la vez destaca la presencia de las marcas argentinas en el mundo: “La internacionalización de las marcas de productos farmacéuticos favorece a toda la industria argentina”.
Especialización y largo plazo
Para exportar es preciso conocer el mercado al que la empresa se quiere dirigir, definir los productos que se ofrecerán, registrarlos y obtener la aprobación de las autoridades sanitarias, un proceso que lleva cerca de dos años. En ese sentido, Clara Suárez, directora ejecutiva de Cooperala, indica que “el crecimiento de las ventas al exterior es el resultado de la estrategia que elaboraron los laboratorios pensando en el largo plazo. En una primera etapa América latina fue el principal destino de las exportaciones, pero ahora se están abriendo nuevos mercados en los países de Europa del este, África y Asia, esto significa esfuerzo e inversiones que no todas las empresas están en condiciones de hacer”.
En los laboratorios de capital extranjero se registraron distintos cambios: “Con la globalización las casas matrices deciden concentrar las plantas industriales en pocos países y especializarlas en determinadas líneas de medicamentos. Así, desde cada país se abastece a otros mercados, las operaciones se realizan entre filiales de la compañía” explica Víctor Hugo Quiñones, gerente de Relaciones Internacionales de la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (Caeme), integrada en su mayoría por laboratorios de capital extranjero. “En la Argentina, en los 90 aumentaron las ventas al exterior de los laboratorios extranjeros, pese a que el tipo de cambio no era competitivo, y los principales destinos eran los países del Mercosur y la Comunidad Andina. Pero en los últimos años esos bloques perdieron peso, y crecieron las ventas al resto de América del sur, Centroamérica y el Caribe, aunque también llegan a Canadá”, agrega Quiñones.
En el país, las importaciones de productos farmacéuticos crecen a lo largo de la década pasada, caen con la devaluación y luego aumentan hasta alcanzar los US$ 938,6 millones en 2007. La mayoría de los productos proviene de Estados Unidos, Alemania, Brasil, Suiza y Francia. Mauricio Claverí, economista de la consultora Abeceb.com, señala: “El consumo de medicamentos aumenta con la recuperación del poder adquisitivo, y se incrementan las importaciones de medicamentos elaborados por las multinacionales. Estos son productos que están protegidos por patentes, y de alto precio. Por otra parte, con la salida de algunas multinacionales se incrementa la importación de productos que se dejan de fabricar en el país”. Las plantas que en los últimos años vendieron las multinacionales fueron adquiridas por laboratorios de capital nacional, y Claverí indica que “en este proceso las empresas nacionales se consolidan. Los laboratorios tienen planes de expansión, que incluyen instalar o adquirir plantas en el exterior”.
Biotecnología y expansión
El sector produce desde líneas tradicionales de medicamentos hasta biotecnológicos. En el caso de Grupo Sidus, creado en 1938 por Antonio y Miguel Argüelles, la división de biotecnología exporta más de 75% de la producción. “En los 80, la compañía comienza a buscar alternativas a la producción de farmoquímicos. Se decide convocar a un grupo de científicos para trabajar en biotecnología y en la década del 90 se obtienen los primeros productos”, explica Juan Carlos Bidegaray, gerente de Desarrollo Comercial de Bio Sidus. También indica que “en la región la Argentina lidera la investigación y producción de medicamentos biotecnológicos, y esto se debe al desarrollo de las ciencias básicas, la capacitación de los profesionales, y a que hubo empresas que advirtieron las posibilidades que presentaba este campo. El valor agregado es alto, pero se necesitan importantes inversiones para la producción”.
Los productos de Bio Sidus llegan a Brasil, México, Colombia, India, Paquistán, Tailandia, Vietnam, China, Rusia, Ucrania, Líbano, Siria, Túnez y Argelia, entre otros. Eritropoyetina, interferon y filgrastim son algunos de los productos que comercializa la firma. Las exportaciones ascendieron a US$ 28,5 millones en 2007 y para este año se estima que llegarán a US$ 35 millones. A las dos plantas dedicadas a la producción de medicamentos biotecnológicos y a la que produce farmoquímicos, el grupo sumó el año pasado una planta en Florencio Varela. Allí, por un acuerdo de Bio Sidus con una multinacional farmacéutica, se producirán biogenéricos que serán exportados a la Unión Europea, Estados Unidos y Japón.
En Grupo Bagó, fundado en 1934 por Sebastián Bagó, las exportaciones comenzaron en los años 70 a países de América latina. “A fines de los 90 la compañía estaba presente con filiales en la región, luego se plantea cuáles serían los próximos pasos y se decide continuar la expansión internacional ingresando en el sudeste asiático, Medio Oriente, África y países de la ex Unión Soviética. Hoy tenemos filiales en Sri Lanka y Rusia, y se termina de construir una planta para la producción de medicamentos biotecnológicos en Paquistán”, explica Rallys Pliauzer, director del área Asia, África y Europa del este de Laboratorios Bagó.
La empresa, en joint venture con el laboratorio paquistaní Ferozsons, construyó la planta que demandó una inversión de € 10 millones. Es la primera del grupo fuera de América latina: “Comenzamos exportando y después se definió la instalación de la planta para producir medicamentos biotecnológicos. El mercado paquistaní es muy importante, y las multinacionales no le han prestado la debida atención”, señala Pliauzer.
La empresa también llega a China, Singapur, Malasia, Tailandia, Filipinas, Ucrania, Kazajstán, Georgia, Azerbaiján, entre otros destinos. Con plantas en Buenos Aires y La Rioja, Laboratorios Bagó fabrica productos de las líneas de cardiología, endocrinología, diabetes, neurología, alergia, entre otros.
El año pasado las exportaciones de Laboratorios Bagó alcanzaron los US$ 26,4 millones.
En Roemmers, las exportaciones se iniciaron en los 80 y entre los principales destinos se encuentran los países de América latina, entre ellos Chile, Bolivia, Uruguay, Panamá, también llegan a Holanda, Indonesia, Azerbaiján, Georgia, Kazajstán, Libia y Moldavia. La compañía creada en 1921 por Alberto Roemmers cuenta con tres plantas en las que produce medicamentos para las líneas de cardiología, gastroenterología, neurología, entre otros. Las ventas en el exterior de Roemmers ascendieron a US$ 10,1 millones en 2007 y para este año se estima que llegarán a US$ 14 millones.
Reconversión productiva
Un ejemplo del impacto de las decisiones de las casas matrices en los laboratorios instalados en el país es el caso de Abbott. En 2001, en Chicago, Estados Unidos, se tomó la decisión de cerrar la planta de Colombia, lo que impulsó las exportaciones de la filial de la Argentina hacia América latina. También en 2006 se decidió discontinuar en Canadá la producción de algunas líneas de medicamentos, que pasaron a ser fabricados en la Argentina y exportados a ese mercado.
“Son productos para el tratamiento de trastornos del aparato digestivo y disfunciones del sistema nervioso central. A partir de la elección de la Argentina para fabricar estos productos se amplió la planta de Florencio Varela, que se ajusta a los estándares internacionales y fue inspeccionada y aprobada por el Ministerio de Salud de Canadá”, señala Gabriel Calicchia, gerente de Suministros de Abbott. Las exportaciones, que llegaban a US$ 18 millones en 2001 treparon a US$ 124 millones el año pasado, y los principales destinos son Canadá –representa 33% de las ventas al exterior–, Brasil, Venezuela y Colombia, seguidos de Perú, Ecuador, Chile, Guatemala, México, República Dominicana y Puerto Rico, entre otros.
En GlaxoSmithKline, surgida de la fusión en 2000 de Glaxo Wellcome y SmithKline Beecham, la casa matriz, en Inglaterra, definió cambios para sus filiales. Así, la planta de San Fernando, en Buenos Aires, fue elegida para concentrar la producción de efervescentes, que son exportados a otros mercados. “La especialización se decidió a partir de la fusión de las compañías, y de esa manera Brasil y la Argentina abastecen de distintas líneas de productos a los países de Sudamérica. En 2002 se tomó la decisión de concentrar la producción de efervescentes en la Argentina, y para adecuarnos a los estándares internacionales y ampliar la capacidad instalada en San Fernando se realizó una inversión de US$ 14 millones”, explica Hugo Bruschi, director de Consumer Healthcare Supply Latina de la firma.
Las exportaciones de GlaxoSmithKline treparon a US$ 14,7 millones el año pasado y entre los principales destinos se encuentran Brasil, Chile, Colombia, México, Uruguay, Paraguay, Perú y Venezuela.
Sandoz, la división de productos genéricos de la multinacional suiza Novartis, cuenta con dos plantas en la Argentina, una de ellas elabora productos oncológicos.
Para adecuar la planta a los estándares internacionales y ampliar la capacidad de producción se invirtieron US$ 15 millones. “Los productos se registraron y en 2008 comenzarán las exportaciones a Estados Unidos.
Las exportaciones de Sandoz alcanzaron los US$ 16 millones en 2007, un crecimiento de 60% respecto del año anterior. Por Graciela Cañete