Costaría alrededor de US$ 90millones y se implementaría en 2009. Sería muy similar al software que usan en Japón y Nueva Zelanda. El Sistema María de la Aduana -la red informática que controla y procesa todas las operaciones de comercio exterior- tiene las horas contadas. El Gobierno tiene previsto lanzar una licitación hacia fines de año para adquirir un software de gestión aduanera de última generación, que reemplazará al sistema vigente, implementado en diciembre de 1993, en la primera presidencia de Carlos Menem. El costo del nuevo sistema rondará los US$ 90 millones y comenzaría a operar en 2009. El cambio contempla la integración y cruce de imágenes de escáneres, cámaras de control y del flujo de información correspondiente a las declaraciones juradas de importación y exportación, resoluciones y normativas aduaneras.
El reemplazo, de acuerdo con las esperanzas oficiales, supone un control más riguroso de la mercadería que entra y sale del país, y un freno al contrabando.
"El Sistema María, como todo software, cumplió su ciclo. Hoy es necesario contar con un soporte tecnológico que permita cumplir con todas las reglamentaciones y, además, intercambiar información en tiempo real con las aduanas de todo el mundo", dijo el director de la Aduana, Ricardo Echegaray.
El cambio será paulatino, debido a la complejidad y la extensión de la red. Los sistemas implementados en Japón, Nueva Zelanda e Irlanda son los modelos más atractivos para traer a la Argentina, explicó Echegaray. Con el fin de verlos en acción, se están preparando visitas a las aduanas de esos países, en comitivas que estarán integradas por funcionarios de la AFIP, representantes de las cámaras empresarias y los gremios del sector.
El dinero para adquirir el nuevo sistema saldrá de un fondo conformado por una especie de impuesto destinado al mejoramiento del Sistema María: "Los operadores, es decir los importadores y exportadores, pagan una tasa de US$ 10 por cada operación desde 1999", dijo Echegaray.
Los riesgos
De origen francés, el Sistema María es uno de los cerebros informáticos más críticos del Estado. Conecta a las 57 aduanas de todo el país y 3.687 lugares operativos con presencia aduanera (pasos fronterizos, puentes internacionales, puertos y depósitos fiscales y zonas francas). El año pasado procesó unas 3.350.000 declaraciones, por alrededor de US$ 100.000 millones.
Desde un principio viene cosechando críticas, debido a que el sistema fue concebido para registrar las operaciones y no para detectar operaciones fraudulentas.
"El problema de fondo es el María en sí", admite con inusual franqueza Diego Garayzábal, jefe del Laboratorio de Riesgo de la Aduana. Esta oficina tiene como función emitir alertas relacionados con las mercaderías sospechadas para que sean revisadas a fondo. En rigor, se trata de una tarea que debería realizar el sistema informático. "Tiene un diseño por el cual resulta difícil usarlo para control. Por eso, el Laboratorio de Riesgo no deja de ser un parche", completó.
Los sistemas modernos cruzan toda la información disponible y elaboran estadísticas para cuantificar los riesgos de todo tipo de fraudes: contrabando, tráfico de drogas, armas y maniobras de subfacturación o sobrefacturacion, entre otros delitos. En forma artesanal, la Aduana emitió el año pasado 1.579 alertas desde su Laboratorio de Riesgo.
Rubén Pérez, titular del Centro de Despachantes de Aduana, se pronunció a favor del recambio.
"Hay cuestiones de control, de matriz de riesgo, que están desgastados. La prueba está en que hoy, algunos trámites aduaneros se hacen desde la Web de la AFIP. En la medida que nos simplifique la tarea y genere menores costos a los operadores, es bueno", señaló. Por Damián Kantor - iEco, Clarín