Las ventas al mundo de las empresas argentinas han superado todas las expectativas al establecer un nuevo récord anual en 2006 que se sitúa en más de 46.000 millones de dólares, ello sin incluir servicios y otros intangibles como el software. Esta progresión que se viene dando desde 2003, supone un porcentaje de dos dígitos de crecimiento. Previendo que la misma se mantenga en 2007, las exportaciones se habrán duplicado en un lustro. Mucho se escribe sobre este círculo virtuoso, cuyo significado es aún mayor si se considera que se produce en medio de un fuerte crecimiento de la economía en su conjunto, y particularmente, del consumo interno. Sin embargo, un aspecto no siempre tenido en cuenta es la composición de las exportaciones.
Efectivamente, hoy las mismas reflejan una canasta cada vez más diversificada de productos (que van desde los primarios hasta bienes con un alto grado de elaboración, mano de obra agregada y componente tecnológico, ya sean insumos, bienes intermedios o productos finales).
Entre los de alto valor agregado se destaca un grupo que incluye vehículos y automóviles, medicamentos, motores, tractores, compresores y bombas, aparatos y dispositivos eléctricos o receptores de radiotelefonía.
Luego viene un conglomerado de productos con valor agregado que podríamos calificar como medio/alto, por caso: insecticidas, chasis para vehículos o partes y accesorios para los mismos, aceites vegetales comestibles, tubos y perfiles huecos sin soldaduras, vinos, hidrocarburos cíclicos, partes para motores, productos de indumentaria con diseño, abonos minerales, preparaciones de afeitar o alcoholes acíclicos.
En tercer lugar podemos señalar a un grupo de productos con valor agregado medio, tales como asientos o camas, artículos de grifería, órganos para calderas, depósitos o cubas, alimentos preparados para animales, recipientes de gas comprimido o licuado.
Finalmente, existe un listado, que si bien poseen un cierto valor agregado, el mismo no resulta tan significativo como en los casos anteriores. Se trata de productos tales como: la leche y nata concentrada y otros lácteos como el queso o la leche en polvo, los plásticos y polímeros, los preparados de carne, las frutas frescas, los procesados de minerales, los jugos, los laminados de hierro o acero, los extractos de malta, los policarbonatos, los poliacetales y otros poliésters, la pasta de madera, el alambre de aluminio, las manufacturas de cuero, el suero de manteca (yogurt), etcétera.
Con grados disímiles de intensidad, todos esos productos van expandiendo sus ventas y ganando mercados a nivel mundial. En lo que va de la década las exportaciones industriales crecieron más del 65% y las de tecnología media cerca del 90%.
Receta exitosa
Todo esto es la resultante de una combinación de condiciones favorables, tanto en el ámbito macroeconómico interno como en el internacional, a lo que se suma, por un lado la creciente capacidad de nuestras empresas y en general de grandes sectores locales para insertarse en los mercados externos, y por otro, los efectos positivos de las negociaciones comerciales internacionales emprendidas con diversos países y bloques comerciales.
En ese marco, cabe señalar también el inédito conjunto de acciones de promoción comercial externa que desde las diversas áreas de la Cancillería Argentina -y aún desde otras áreas gubernamentales- se han puesto en marcha recientemente.
Centenares de actividades de promoción y desarrollo de mercados se están registrando anualmente, en relación a lo cual debe tenerse presente que hoy los productos de origen argentino ya se dirigen a más de 195 mercados del mundo.
Los servicios que se prestan a distintos tipos de empresas, pero especialmente a miles de PyMEs son de muy variados y representan una verdadera asociación de ese segmento con el sector público, quien les provee un soporte que les permite adaptarse y desarrollarse internacionalmente.
En este sector PyME, vemos que actualmente más del 80% de sus ventas externas consisten en manufacturas de origen industrial o agropecuario, y que más del 55% del total de esas exportaciones se ubican en el segmento MOI. Todo ello hace que por cada kilogramo que venden esas pequeñas y medianas empresas, obtienen un precio que duplica el de las grandes compañías.
Una radiografía del total de esas PyMEs muestra que mientras las que venden entre un millón y cinco millones de dólares no superan las mil, las que exportan entre 2.500 dólares y un millón de dólares anuales superan las 7.000. De ahí que exista en dicho sector un espacio muy amplio para que el Estado brinde servicios adecuados de promoción comercial, que sin duda permitirán mantener el ritmo constante de incremento de sus colocaciones en el exterior.
En ese contexto, la organización de misiones comerciales encabezadas y acompañadas por altas autoridades gubernamentales; la coordinación de la participación de firmas argentinas en las ferias, exposiciones y eventos comerciales internacionales más relevantes; el flujo permanente de empresarios extranjeros invitados especialmente a nuestro país para inducirlos a asociarse con empresas proveedoras argentinas, son entre otros, algunos ejemplos de estas actividades que se agregan a la tarea cotidiana de elaboración y distribución de información comercial útil a un sinnúmero de usuarios.
Todo esto parte de la concepción de que un salto exportador como el que se observa requiere un compromiso político tanto a nivel nacional, como provincial e incluso municipal, para apoyar los esfuerzos de los sectores económicos y productivos privados, así como la adecuación de las políticas de prestación de esos servicios gubernamentales en función de los reales intereses de los actores principales, es decir, de las empresas con vocación internacional. En suma, desde el sector público la tarea apunta a ayudar a los exportadores a percibir la realidad internacional para que actúen sobre ella.
Estamos presenciando, entonces, el resultado de la formación de una cadena de fuerzas de distintos y variados eslabones; de una cadena orientada a la búsqueda del éxito basado en la combinación de una serie de factores clave: esfuerzos, perseverancia, talento, organización, y también, mucho coraje.
Por Luis María Kreckler - Subsecretario de Comercio Internacional y Marcelo Elizondo, Director Ejecutivo de la Fundación ExportAr.
Diario Clarín