Según datos de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, las exportaciones aumentaron un 11% respecto de 2005. Además del bife, el tango, un buen vino y un tipo de cambio favorable, los turistas extranjeros tienen otro motivo para visitar la Argentina: vestirse y regalar ropa nacional. Durante 2006, los visitantes destinaron la mitad de sus presupuestos en compras de indumentaria que, en su mayoría, es producida y diseñada en el país. Para los empresarios textiles, el comportamiento del turismo extranjero sumado al aumento de las exportaciones, son síntomas de que el sector, y en especial el de la indumentaria, alcanzó la mayoría de edad. Los diseñadores criollos, añaden, se despegan de las tendencias surgidas en los grandes centros de moda y perfilaron un estilo propio, de buena calidad y con precios accesibles.
La industria cerró el año con una facturación de alrededor de U$S 5.000 millones, un 12% más que el año anterior. Además de consolidarse en el mercado interno, los diseñadores locales ganan nuevos mercados. Según datos de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, las exportaciones aumentaron un 11% respecto de 2005.
Sin embargo, no todas son buenas noticias. La producción de hilados y tejidos, pese a estar hoy un 17,4% por encima del mejor nivel de la década pasada, en 1997, aún está lejos de abastecer la demanda interna. Eso explica la entrada de telas por un valor de U$S 1.200 millones.
“La industria nacional de tejidos e hilados no tiene la variedad, la calidad y los precios de los importados”, justificó Héctor Kolodny, titular de la Cámara Industrial de la Indumentaria, quien, a su vez, paradójicamente, reclama medidas para contener la entrada de prendas desde el exterior, especialmente de China, del sudeste asiático y Brasil.
El sector de la indumentaria, hoy, está constituido por 11.600 empresas dedicadas a la confección y 30.100 comercios que, en total, emplean a 167.750 trabajadores (95.500 en la producción y 72.250 en los comercios), dicen en esa cámara empresaria.
Las cifras sólo revelan un aspecto del crecimiento de un sector muy castigado por la convertibilidad. El otro fenómeno que asoma es la proliferación de marcas autóctonas y los diseños originales. ¿La razón? “El consumidor argentino -dice Kolodny- está informado, actualizado, sabe lo que quiere y es exigente. La Argentina tiene capacidad para responder a esas demandas”.
“Hace algunos años acá no existía el diseñador de moda. Con el tiempo se comenzó a definir un estilo propio. Ahora no se copia como antes”, completa Eugenia Domenech, dueña de una empresa que fabrica ropa con diseños exclusivos para chicos y bebés, cuya facturación creció un 40% en 2006. Y hoy concretará su primera exportación a Jerusalén, un mercado no convencional, por un monto de U$S 25.000.
El turismo extranjero tiene exigencias parecidas a las del consumidor argentino. Y la respuesta es similar. Según Tomás Mostany, director de Global Refund, una firma que gestiona la devolución del IVA en locales adheridos al sistema y que se identifican con el logo Tax Free, “el 48% de los $ 350 millones que gastaron las visitas en 2006 fue en el rubro indumentaria”.
La venta promedio general fue de $ 353, pero en prendas masculinas se gastó más: $ 532. “Los turistas brasileños fueron la estrella del año, desplazando a los norteamericanos”, agregó Mostany. Sin embargo, los estadounidenses gastaron en cada compra $ 550, el promedio más alto.
El ránking de ventas en el GBA la lidera la calle Florida (49%). Después se ubican Recoleta (23%), Palermo (16%), el conurbano (6%) y los shoppings (5%). En el interior, Cuyo (44%) y la Patagonia (29%) ocuparon los primeros lugares.