Argentina se convirtió en el primer país de Sudamérica que produce vides certificadas a nivel internacional y las bodegas Chandon y Trivento se transformaron en los dos establecimientos vitivinícolas que recibieron las primeras plantas de esas características. “Argentina tiene ahora la posibilidad de ratificar su liderazgo sudamericano”, dijo Cristóbal Sola, vicepresidente del vivero Mercier, impulsor de la iniciativa. A nivel internacional, los países que están certificados se reducen al “club” de las mayores potencias vitivinícolas al que -ahora- se suma Argentina.
En 2003 el vivero Mercier trajo estacas de la planta madre de chardonnay y cabernet sauvignon y durante los últimos tres años llevó a cabo tareas de reproducción de ese material con control del Inase y el INV.
Esto permitió que ayer se entregaran las primeras plantas con certificación de la variedad y de la calidad sanitaria.
El vivero de Luján de Cuyo mantiene un convenio con el Entav de Francia -un organismo que se ocupa de la genuinidad clonal, varietal y sanitaria de la vid- que le permite un reconocimiento de la variedad y del clon.
El sistema de certificación tiene aceptación internacional y su garantía se extiende al consumidor.
Su utilización permite un producto "trazable" (al que se le puede identificar su origen) desde la planta madre hasta la botella.
En el vivero confirman que el proyecto prevé seguir trabajando hacia adelante en otras variedades. Y esto abre la puerta a futuras exportaciones de plantines que cuenten con la homologación internacional.
La entrega de plantines, a la que concurrió el presidente del INV, Raúl Guiñazú, fue acompañada por una degustación de vinos de clones seleccionados, con los que se llevan a cabo procesos de microvinificación que permiten hacer el seguimiento y comprobar las respuestas de los clones a través del producto final: el vino. Marcelo Sivera - Diario Los Andes