Afirmar que el sector agropecuario está trabajando con la ventaja de un plan económico basado en un dólar alto -para poder exportar todo lo que produce- es falso, asegura el autor. "Ese dólar tiene una quita a la exportación -impuesto- de hasta un 23.5%. Hoy el dólar agropecuario efectivo para vender la soja y el girasol es de $ 2.35", indica. El Gobierno Nacional sigue expresando una visión distorsionada sobre la situación económica del sector agropecuario. No es la visión que tienen últimamente varios gobernadores y funcionarios provinciales que se han expresado públicamente en las Exposiciones Rurales del interior del país en forma crítica contra las retenciones a las exportaciones, ante la falta de recursos para mantener el equilibrio fiscal de las provincias.
Tenemos que celebrar como positivo que, ante la necesidad de construir una nueva alternativa para competir en las elecciones del 2007, estén apareciendo las voces de políticos opositores que coinciden con el reclamo de la dirigencia agropecuaria. Es de esperar que no sean slogans de campañas coyunturales y concreten sus propuestas superadoras, para integrar al sector a un proyecto nacional en el cual tengan cabida todos los habitantes y las regiones del país.
Afirmar que el sector agropecuario está trabajando con la ventaja de un plan económico basado en un dólar alto para poder exportar todo lo que produce es falso. Ese dólar tiene una quita a la exportación —impuesto— de hasta un 23.5%. Hoy el dólar agropecuario efectivo para vender la soja y el girasol es de $ 2.35, operación que surge de descontarle al dólar BCRA una retención del 23.5%; en el caso del trigo y el maíz el dólar efectivo es de $ 2,46 porque la retención es de 20%. Por si fuera poco, para comprar nuestros insumos en el exterior —extra Mercosur— el dólar efectivo para la compra del fertilizante es de $ 3,40 y para los herbicidas e insecticidas es de $ 3,52.
El sector agropecuario está comercializando hoy según estos datos, con una brecha cambiaria entre el dólar para vender y el dólar para comprar de un 30%. Esto nos remite a épocas muy traumáticas para el sector y nunca llega el momento de bajar o eliminar las retenciones que corrijan las gravísimas distorsiones en la rentabilidad de uno de los sectores más eficientes y competitivos de nuestra economía.
Con el equivalente del dólar real al final del 2001 (es decir 1 a 1), hoy el cambio es de $ 1,32 para la soja y girasol y de $ 1,38 para el trigo y el maíz. Conclusión: la mejor rentabilidad de algún cultivo hoy se debe únicamente a la suba de valor de los commodities y no a causa de algún plan económico específico para el sector. Seguimos exportando la fertilidad de nuestros suelos sin reponer las cantidades necesarias que extrae cada cultivo, promoviendo con estas políticas el monocultivo de soja que va en contra de lo que hay que hacer en el sector.
A esta falacia de un plan económico con dólar alto que beneficia al sector, hay que sumarle también la carga impositiva total que tiene el sector. Según un trabajo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la carga impositiva por hectárea de los diferentes cultivos llegaba a: Maíz (64%), Trigo (67%), Soja (58%), Girasol (63%). Podemos decir que la carga impositiva de cada producción por hectárea supera en promedio el 55% en los cuatro granos principales en la región pampeana. Si este cálculo lo hacemos para las producciones de las economías regionales, la incidencia se agrava.
A estos parámetros cambiarios e impositivos, hay que sumarle también lo que representa en las estructura de costos el flete y la inflación reprimida que existe en nuestra economía. El gasoil representa por cada 1000 Km 100 pesos por tonelada o entre el 20 y 30% del valor de la mercadería transportada, lo que determina que muchas producciones tengan márgenes negativos.
El resultado de todas estas políticas sin ninguna visión de mediano plazo provocó en la última campaña una producción menor de maíz y trigo que no alcanzó a satisfacer las necesidades del país. Hoy los precios de los commodities están altos por un nuevo protagonista en la demanda en el mercado de los granos como es el tema de los biocombustibles y que se agrega a la gran demanda de China e India.
Existe una oportunidad única para que la Argentina pueda desarrollar un gran proyecto de crecimiento con una economía nacional mas competitiva, por medio del crecimiento de las exportaciones e importaciones en una economía mas abierta y sin protecciones entre sectores, al tener un dólar artificialmente alto con retenciones castigando al sector agropecuario y a todo el interior.
La mejor orientación que necesita el sector agropecuario y agroindustrial es que el valor de su producto surja de la cotización de un mercado abierto al mundo y competitivo. Hoy el sector no necesita ningún subsidio para poder seguir creciendo: con los actuales valores de los alimentos en el mundo podemos exportar en forma competitiva a pesar de los subsidios. Inclusive nos hemos convertidos en exportadores de maquinaria agrícola afín, que fueron probadas en nuestros campos y que se fabricaron para atender las innovaciones realizadas en nuestro sector sin ninguna política específica. El principal reclamo es poder trabajar con rentabilidad. Cualquier otra alquimia cambiaria o impositiva no es sostenible en el tiempo.
Lo único que nos va a permitir crecer sostenidamente en el tiempo es que todos los sectores y regiones del país tengan un mismo tratamiento cambiario y fiscal para poder aumentar las exportaciones. Es la única propuesta que le va a permitir al Estado cumplir con todas las políticas sociales y las funciones indelegables que le corresponden. No es función del Estado estar asignando recursos de un sector a otro arbitrariamente, porque promueve ineficiencia en la economía entre sectores, distorsiona las matrices de costos en las producciones y provoca una gran distorsión geopolítica por falta de política agropecuaria y agroindustrial que es la única que retiene a la gente en sus lugares de origen.
Urbanizar las villas miseria sin una política para retener a la gente en el interior es agravar el problema de la emigración a los centros urbanos y hacer colapsar el conurbano bonaerense. El complejo agroindustrial demostró su capacidad de aportar recursos en la crisis a partir del 2002 y está en condiciones de hacerlo en forma permanente si está incluido en el proyecto nacional en igualdad de condiciones que los otros sectores de la economía.
Por Arturo Navarro. Ex presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). - Diario Clarín