Con el propósito de avanzar hacia una definición de las características de las mieles argentinas, el Programa de Miel del INTI organizó el seminario “Requerimientos de calidad para las mieles en la Unión Europea (UE), situación actual del mercado”, encabezado por el experto español, Antonio Gómez Pajuelo. Esta actividad se realizó en el marco del Convenio que el Instituto firmó con la Unión Europea para la ejecución del Proyecto “Mejora de la Eficiencia y de la Competitividad de la Economía Argentina”.
Uno de los objetivos de dicho programa consiste en difundir las normas europeas en el sector productivo. En esta dirección, el experto español, acercó un panorama de las exigencias de la Unión Europea para el sector de la miel, contempladas en la directiva 2001/110 del 20 de diciembre de 2001. Allí se especifican una serie de parámetros de composición -humedad, azúcares reductores, sacarosa, sales minerales, conductividad eléctrica, entre los principales- que permiten clasificar dicho producto.
Uno de los motivos de esta reglamentación surge del hecho de que la miel no es el mismo producto en todas las regiones. Por el contrario, de las características particulares de algunas zonas, del tipo de vegetación predominante, por ejemplo, resultan diferentes tipo de miel que pueden variar en color, sabor y textura entre otros aspectos. A su vez, estas mieles de propiedades disímiles, configuran hábitos de consumo específicos. Para agrupar esta diversidad, se hace preciso entonces, una normativa que establezca parámetros mínimos de composición y permita así garantizar al consumidor el producto de referencia. En la Argentina, la normativa es muy equivalente a la de la UE, habiendo únicamente diferencias respecto de algún parámetro.
Además de los parámetros de composición, se fijan también ciertos requisitos comerciales. Uno de ellos, se refiere al color de la miel. Internacionalmente, las mieles se clasifican según un código de colores que son: blanco agua, blanco extra, ámbar extra claro, ámbar claro, y ámbar o ámbar oscuro.
Otro de los requisitos es la presencia de un porcentaje mínimo de determinado tipo de pólenes. Esto concierne a las mieles monoflorales, es decir, aquellas que por su origen geográfico se caracterizan por el contenido de un cierto porcentaje de polen de la planta a la cual se le atribuye esa propiedad. Por ejemplo, para certificar la monofloralidad de la miel de eucalipto, una de las principales que se producen en nuestro país, es necesario que esta miel contenga un 70% de polen de esta especie.
El análisis sensorial es otra exigencia fundamental que debe conocerse antes de colocar la miel en el mercado, que se relaciona, fundamentalmente, con los aspectos que evalúa el consumidor, quien va a oler, mirar, tactar y degustar la miel. En este sentido, la evaluación sensorial busca aproximar los atributos del producto a aquéllos apreciados por el consumidor.
A estos parámetros comerciales y legales se suman otros relativos a la seguridad alimentaria, que son aquellos que garantizan al consumidor que no habrá riesgos de salud por el consumo de un alimento. En el caso de la miel, se trata de controlar los residuos de sustancias no permitidas, sobretodo de sustancias farmacológicas empleadas para la prevención y tratamiento de las enfermedades de la colmena. Cabe mencionar el impacto negativo que tuvo la detección de residuos de una sustancia contaminante –nitrofurano- en una partida de exportación de miel argentina a la Unión Europea durante 2003.
Además de la ausencia de residuos, otro tema de gran importancia y que tiene incidencia directa en la determinación del precio de la miel es la trazabilidad. Obligatoria en Europa desde enero del corriente año, para todos los productos agroalimentarios, la misma implica el seguimiento de cada lote de miel hasta la colmena de la cual proviene. Esto permite identificar el origen del producto y tener evidencia objetiva sobre la implementación de las buenas prácticas de producción.
En síntesis, como ilustra el experto europeo, la caracterización de la miel es un taburete de tres patas: una fisicoquímica, una botánica y por último, una pata sensorial. Si están bien armadas y definidas, configuran un taburete firme donde sentarse. Es en este sentido, el INTI y la Unión Europea están trabajando conjuntamente.
Contacto: Graciela Muset, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Fuente: Revista Saber Como - INTI