En forma muy clara, Tucumán tiene ventajas comparativas en la producción de algunos agroalimentos, tal es el caso del limón, la palta, los arándanos, la soja.
La mayoría de estos productos son “nuevos” en nuestra provincia. Si bien se cultivan desde hace muchas décadas, los procesos de expansión empezaron en la década de los setenta (el limón) gracias a investigaciones realizadas por la EEAOC, o bien en los ochenta (la soja). Otros comenzaron a ser tenidos en cuenta recién en los noventa (palta y arándanos).
¿Por qué estos cultivos pueden desplazar a otros que se venían desarrollando desde mucho tiempo atrás? Por la lógica del costo y del beneficio. En un escenario anterior, los precios y los costos domésticos (dentro de nuestro país) justificaban el desarrollo de ciertos cultivos. Era rentable, bajo esas condiciones, hacer azúcar, por ejemplo.
En ese mismo escenario, las condiciones internacionales poco importaban a la hora de tomar decisiones de negocios. La economía estaba muy cerrada de manera tal que la importación o la exportación no eran alternativas para considerar seriamente y, por lo tanto, el tipo de cambio tampoco era una variable importante.
En el escenario actual, las condiciones son muy distintas. Los agricultores tucumanos pueden exportar a los mercados internacionales, directamente o a través de intermediarios.
Recíprocamente, agricultores de otros países pueden vender sus productos en la Argentina. Esto aumenta sensiblemente la competencia. Pero, ahora hay que hacer números en distintas monedas, traducirlos a pesos utilizando el tipo de cambio, evaluar costos de transporte nacionales e internacionales, gestionar los procesos en la finca y en los packings respetando normas de calidad de gestión y de calidad ambiental, procurar trabajar con las mejores variedades, etc.
En este marco resulta rentable hacer los “nuevos” cultivos antes mencionados. Obviamente, en el escenario anterior resultaba beneficioso hacer los cultivos tradicionales.
Los agricultores se mueven por la lógica del beneficio. Ellos hacen, producen, venden aquello que les genera una ganancia. Puede ser que dentro de 100 años nuestra provincia produzca otros cultivos, distintos a los de ahora.
Dentro de este contexto y pensando con la lógica de los grupos de interés, al sector agroexportador le conviene un tipo de cambio alto (alrededor de los $ 3) pero no tan alto para que los insumos importados no se le encarezcan mucho.
Pero, pensando en términos del bienestar de la comunidad “toda”, el tipo de cambio debería oscilar entre $ 2,40 y $ 2,50.
Por Raúl García, profesor adjunto de Economía Agrícola - Fac. C. Económicas, Univ. Nacional de Tucumán.
Fuente Diario La Gaceta de Tucumán