Mientras las pequeñas y medianas empresas exportadoras reclaman por la falta de financiamiento, en los bancos se quejan por la baja demanda. Los exportadores dicen que no hay crédito. Los bancos aseguran querer prestar dinero y lamentan la escasez de clientes. Y en el medio, el lógico interrogante: ¿quién tiene razón? Probablemente los dos.
"Hoy no hay un problema de falta de crédito, al contrario. Los bancos nos quejamos porque no percibimos tanta demanda. Sucede que las empresas que no tienen crédito para prefinanciar sus exportaciones es porque no califican, como tampoco lo harían para financiar el capital de trabajo", dijo el gerente de Trade Services del HSBC, Luis Martínez.
La baja demanda de créditos tiene muchas explicaciones. Por un lado, los bancos aumentaron los estándares de aceptación de riesgo, lo que achica el mercado potencial. Por otro, quienes ya exportaban antes de la devaluación se hicieron de liquidez que les permite autofinanciarse. El mercado argentino tiene dos fuentes de dinero de donde proviene el financiamiento para el comercio exterior: los depósitos en dólares que hacen los habitantes, y los fondos provistos por bancos internacionales con representación en la Argentina (hay 80 registrados), que otorgan préstamos desde sus casas matrices en el exterior, directamente a exportadores (grandes), o a través de bancos locales con los cuales tienen relaciones de corresponsalía (para pequeños y medianos). A la hora de elegir un crédito hay una sutil diferencia entre ambas opciones.
Depósitos en dólares
Según Patricio O´Gorman, representante del banco francés Natexis Banques Populaires con oficina de representación en la Argentina, hoy por hoy, para determinadas operaciones, se usa mucho más la fuente de depósitos en dólares que la de financiamiento externo. "El problema es que los depósitos locales no están a 180 días, entonces el rol que puede jugar el crédito externo es el del plazo. Pero un banco que no está radicado en la Argentina se basa en la relación que el país tenga con el Fondo Monetario Internacional. Entonces, la tasa es un poco más alta. La normalización de las relaciones internacionales contribuirá a una mejor percepción de riesgo por parte del exterior", señaló. La combinación ideal depende de cada empresa: bajo costo a corto plazo, o costo algo más elevado a mayor plazo. Sin embargo, algunas empresas ni siquiera tienen esa opción: quienes recién empiezan en el negocio exportador no califican en la Argentina y mucho menos en el exterior.
El crédito es a las pymes lo que el mercado laboral es al adolescente, que le exige experiencia, pero nadie lo emplea cuando recié empieza. Por eso, el dilema es arrancar. Muchas pymes no pueden iniciarse en la exportación porque no tienen crédito. Y el salvavidas se les va de la mano, porque no califican por falta de historial. "Es difícil, hay que reconocer, para una empresa que está empezando porque no tiene una calificación crediticia en los bancos, no hay una certeza en el éxito de sus operaciones comerciales, y tampoco va a tener la posibilidad de que su comprador le adelante fondos", explicó Martínez.
El área de riesgo de cada banco tiene su propia filosofía, con lo cual la requisitoria documental será muy distinta de una entidad a otra. ¿Cómo hacer, entonces, para insertarse en este círculo vicioso? Los banqueros aconsejan una alternativa, que es la del seguro de crédito a la exportación. Esta herramienta cubre la insolvencia comercial del comprador y, a su vez, es mitigador del riesgo, con lo cual cualquier entidad de crédito lo va a evaluar con mejores ojos.
"El seguro ayuda muchísimo, pese a que siempre hay un riesgo implícito que es el del cumplimiento. Es decir, si el empresario exporta va a cobrar, el tema es si no llega a exportar. Ese es un riesgo que siempre evaluamos. En los exportadores tradicionales, eso ni se mide, pero en los novatos sí", sostuvo Martínez. Para el representante de Natexis, el hecho de tener esa póliza de seguro contribuye a que el acceso al crédito sea más fácil. "No es necesario que una empresa utilice siempre esta cobertura de crédito. Puede tenerla cuando recién empieza, durante un año, y una vez que tiene experiencia crediticia puede dejar de lado ese requerimiento", explicó.
La relación entre el cliente y su banco se basa en el conocimiento, así como la del importador con el exportador. Por ende, la documentación que los bancos requieren se va diluyendo en la medida en que la entidad financiera compruebe que la empresa cobra su exportación, y que la cadena está en funcionamiento. Una vez que la mercadería llegó a ser exportada, otra opción es la carta de crédito. "Los exportadores, a veces, desconocen la forma de plantearle a su cliente una operación, y no tienen en cuenta la carta de crédito, el instrumento más normal en el exterior. Suponiendo que necesite un pago al contado, le puede decir al importador que le pague a plazo, sabiendo que un banco local lo califica y le descuenta una carta de crédito. Así se financia y en el revolving de operaciones, indirectamente esos fondos se convierten en la prefinanciación de la segunda operación", explicó Carlos Frumento, gerente de negocio internacional de Banco Río.
Muchas veces, los exportadores a través de cartas de crédito u otros instrumentos pueden obtener financiamiento sin necesidad de que ello les afecte su línea de crédito aunque, según los bancos, el exportador argentino prefiere la prefinanciación o asistencia crediticia con anterioridad al embarque, destinada a financiar la producción de bienes.
Hoy, las tasas de interés están en los niveles históricos más bajos de hace décadas, y la competitividad de los bancos locales es muy grande. "Quien no obtiene crédito no es porque no puede pagar la tasa, sino porque no supera el análisis de riesgo", contó Frumento. Una tasa para una empresa ronda entre un 4% y un 6% anual. Esto varía dependiendo del riesgo que tenga la transacción, pero si está cubierta con un seguro de riesgo del exterior puede ser más baja.
Por Lucila Marti Garro
Fuente Diario La Nación