La yerba mate se exporta desde los tiempos de la colonia, cuando los misioneros jesuitas organizaron su producción en el actual noroeste argentino. Por entonces, el Alto Perú y la Capitanía General de Chile, eran los principales destinos. El tiempo pasó y la infusión -típica de América del Sur- consolidó su consumo y se extendió a otras latitudes, como Medio Oriente y Estados Unidos, sobre todo en la Florida y en California.
No obstante, la Argentina -el primer productor, consumidor y exportador mundial- busca nuevos rumbos para colocar su exceso de producción. Más aún, si se tiene en cuenta que el mercado interno encontró su techo en los 7,5 kilos per cápita anuales. Por esa razón e impulsados por el éxito de otros circuitos turísticos, la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), los gobiernos nacional y locales y empresarios del sector preparan la ruta de la yerba mate, que intentará seducir a los turistas con el atractivo magnetismo de la infusión.
"El proyecto está basado en el concepto de rutas alimentarias muy desarrollado en Europa y consiste en utilizar el turismo como factor de promoción y difusión del producto", explicó Carolina López Forestiero, una de las coordinadoras del proyecto. Y no parece tirado de los pelos, sobre todo si se observa que fueron los inmigrantes sirio-libaneses que volvieron a su patria los que expandieron la costumbre en el mundo árabe. Así llegó el mate a Siria, actual destino del 61% de las exportaciones de yerba, y al Líbano, que atrae otro 4%. A ese hecho se suma el interés creciente en infusiones novedosas que se abre en los países desarrollados.
Con estos datos en mente, la UBA propuso la idea y las siete empresas más importantes del sector -Rosamonte, Piporé, Amanda, Playadito, Las Marías, Sanesa y Romance- se sumaron inmediatamente. Como corresponde, según la tradición, nada como un buen mate para sellar una nueva amistad.
No fue fácil porque estas firmas se acostumbraron a competir fuertemente en las góndolas locales, por lo que debieron vencer las obvias resistencias y comprender que cuesta mucho llegar al mundo individualmente. Además, el proyecto prevé incorporar en los recorridos a los colonos yerbateros, pequeños productores que están en el corazón de la industria.
La puerta de entrada será Iguazú que, a pesar de no pertenecer a la zona productora, cuenta con una muy buena oferta gastronómica que aportará platos típicos e incluirá a la yerba entre las propuestas. "Más del 50% de los turistas que van a las cataratas son extranjeros. Tenemos el ejemplo del vino: el 85% de los turistas que visitan Mendoza hace alguna actividad relacionada con las bodegas", señaló Ernesto Barrera, el otro coordinador de la ruta.
El objetivo último, sin perjuicio de otras ventajas, es convertir a cada turista extranjero en un entusiasta difusor del mate y sus cualidades naturales y culturales. "La clave es poder ofrecer nuevas alternativas y abrir mercados. Por ejemplo, Misiones produce helado con sabor a mate, yerba mate soluble -similar al café instantáneo- o la versión para niños con gusto a miel o vainilla", explicó López Forestiero.
Amargo o dulce, con leche, bien caliente o tereré, espumoso pero nunca lavado, el mate ofrece mil variedades y despierta una gran curiosidad entre los extranjeros que llegan a la Argentina. Y que no temen llevarse la costumbre como recuerdo.
Por José Crettaz
Fuente Diario La Nación