El gigante asiático dejó de ser un secreto para Occidente y está cambiando el comercio mundial. Cómo aprovecharlo. China es el país de la Gran Muralla, los barriletes de papel, los ropajes de seda y las artesanías de porcelana. Pero estas características, que hablan del importante rol que la tradición milenaria juega en esta sociedad asiática, no deben llevar a engaño: el dragón está más despierto que nunca y sigue ganando altura. A partir de su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en diciembre de 2001, China comenzó a recibir un enorme flujo de inversiones externas, tanto que en 2002, y según el Banco Mundial, fue el país en desarrollo que más inversiones del exterior recibió (un 37% del total). Pero eso no es todo: en 2003, llegó a los 53.500 millones de dólares, un 1,44% más que en 2002.
Este gran flujo de capitales está repercutiendo en una mayor demanda de importaciones por parte de China. Esto supone grandes oportunidades para la Argentina, pero también grandes desafíos.
En 2003, el país asiático importó nada menos que 413.000 millones de dólares, un 23% más que en 2002 y el incremento de su demanda (ver cuadro) cooperó con la suba de precios internacionales de commodities como el de la soja que exporta la Argentina.
Como contrapartida, las ventas nacionales a distintos destinos ya el incremento internacional de los fletes marítimos, a causa del crecimiento del comercio exterior de China, que ya suma 852.000 millones de dólares al año. Hoy en día, estas tarifas están en su pico histórico y se duplicaron en las principales rutas mundiales de carga a granel entre septiembre y diciembre de 2003.
Además, todo indica que el gigante asiático no se tomará respiro en los próximos años. Tanto que se espera que su economía se expanda un 8,4 % este año. Este porcentaje se agregaría al crecimiento económico del 9 por ciento, experimentado en 2003.
Eso podría contribuir a expandir cada vez más las ventas argentinas a ese mercado, que ya suman unos 2670 millones de dólares por año aunque consisten en un 84,8% en soja y sus derivados, según un trabajo de Abeceb.com , sitio de Internet desarrollado por el Centro de Estudios Bonaerenses (CEB).
En una reciente visita al país, el director general del organismo de promoción de inversiones de Hong Kong (InvestHK), Mike Rowse, indicó que el crecimiento chino se mantendrá por mucho tiempo porque "hay un excecente de 400 millones de personas que están empleadas aún en la agricultura y que podrían pasar a la industria si es necesario para hacer la economía más productiva. Los trabajadores industriales ganan en China aproximadamente US$ 100 por mes; eso es muy barato para los estándares internacionales".
Rowse añadió que el país asiático está hoy cosechando los frutos de las reformas que empezaron a darse en 1978, cuando el líder chino Deng Xiao Ping decidió orientar al mercado una economía de neto corte socialista y pronunció su célebre frase: "no importa si el gato es blanco o negro mientras cace ratones". Desde ese entonces se fueron produciendo "dos tipos de cambios: la apertura a la inversión extranjera y el surgimiento de un sector privado genuino en la economía china", puntualizó el directivo de InvestHK.
Por su parte, el especialista en el mercado chino Sergio Cesarín expresó que "la gran transformación" de la nación asiática -palpable en la aparición de una creciente clase media- está posibilitando la ampliación y la diversificación del consumo de sus habitantes.
"Antes pocos chinos se animaban a ir a un restaurante a comer un buen corte de carne vacuna o a pedir un mejor vino. Ahora se ha abierto el juego y demandan cada vez más estos productos", enfatizó Cesarín, que colaboró en la elaboración del libro "República Popular China, un desafío y una oportunidad para el sector agroalimentario de la República Argentina" (ver aparte), que acaba de ser editado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y por la oficina en Buenos Aires de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Diversificación
De todos modos, las exportaciones a China están aún demasiado centradas en las ventas de soja y sus derivados. "Si eso no se modifica, se acentúa un patrón exportador de productos primarios, que es una estructura muy débil y muy volátil porque depende de la evolución de los precios internacionales", expresó el economista del Centro de Estudios Bonaerenses (CEB) y ex secretario de Industria Dante Sica.
En otras palabras, si crece la oferta internacional de soja, puede bajar su precio y la Argentina perdería ingresos fiscales y de divisas vitales para mantener el superávit de la balanza comercial. "Lo que se debería hacer es trabajar este año en la discusión del acuerdo Mercosur-China para abrir espacios de cuotas y propiciar una diversificación de productos. Los automóviles y las autopartes son un mercado importante para abrir y darían presencia a una industria de muy baja utilización", explicó Sica.
¿Pero cómo obtener fondos para agregar valor a las ventas nacionales cuando los exportadores se quejan de la falta de crédito y China está absorbiendo el grueso de las inversiones externas en países en desarrollo?
Sica reconoció que si no se solucionan los problemas de financiamiento se pueden desaprovechar las cuotas futuras para el ingreso en China de productos de valor agregado que se elaboren en el país a un precio competitivo. Por esa razón, "los textiles nacionales tienen una cuota para exportar a la UE y la subutilizan", admitió.
Por su parte, Cesarín recomendó "explorar y revisar" los acuerdos de financiamiento existentes con China. "Ya se han provisto líneas de crédito a la Argentina para financiar compras. A lo mejor, así también se podrían fomentar proyectos específicos", opinó.
Además, aclaró que China no sólo absorbe inversiones del exterior sino que las empresas de ese país -que año tras año suben en el ranking de las 500 principales elaborado por la revista Fortune- desembolsan cada vez más fondos en distintas partes del mundo e incluso en América latina.
Por caso, ya existen inversiones chinas relevantes en Venezuela para la producción de petróleo del orden de los 550 millones de dólares. También hay capitales millonarios de origen chino en Brasil, en el campo de las telecomunicaciones y del hierro; en Perú, y en Chile, en el rubro forestal.
Para lograr algo similar en nuestro país "se requiere de una aproximación particular sobre la que hay que trabajar porque aún está pendiente", dijo.
En opinión de Cesarín, también se podrían explorar asociaciones con empresas chinas en el sector agroalimentario, en el del software (para el desarrollo de programas de enseñanza de idiomas y para el rubro petrolero), en el farmacológico y en de la biotecnología.
Un mercado tan vasto como el chino supone también oportunidades en principio inimaginables. Por ejemplo, las que surgirían de la mano de las Olimpíadas que tendrán lugar en China en 2008.
Estos juegos llegarán a unos mil millones de televidentes sólo en este país asiático, según Cesarín, sin sumar a los que seguirán las Olimpíadas desde otros lugares del mundo. "Con lo que va a costar pautar en TV podrían obtenerse grandes beneficios si una empresa argentina consigue un socio chino y logra ponerle una visera con una marca a la Brujita Verón, a Marcelo Bielsa o a otra figura nacional, por citar sólo un ejemplo", indicó el especialista.
Por Leandro Uría
Fuente Diario La Nación